lunes, 28 de febrero de 2011

CIMENTACIONES: Drenaje y Saneamiento del Terreno - Parte II.

Los elementos más apropiados para drenar  un  terreno   son  los   tubos de  drenaje  que,  a  pesar  de  su  coste  superior  a   los  demás,  son  los  de  mejor conservación  para   formar  una  red  de  drenaje subterránea  en  la  que el agua penetra  en  los  tubos  por  sus  puntos abiertos.

Si  se  desea,  pueden  hacerse  drenes  como  los  que  se  indican   en  las figuras   18 y  19.  Los  primeros  están compuestos por  cantos y los segundos  por  lascas  de  piedra;  pero  como  decimos  antes, lo  más  práctico  por   ventajas de  todo orden son  los  tubos.

Los  tubos  de  drenaje  son  de  arcilla  cocida  o  gres,  pudiendo  también emplearse  de  cemento.  Tienen  una  longitud  que  varía entre  30  y  50 centímetros,  con  un  diámetro  interior  de 4 a  20  centímetros,  empleándose  en los drenes colectores y desagües, tubos de cementos de diámetro conveniente, y cuando éste es superior al tipo standard.  En este sistema de drenes, el agua  penetra en los  tubos  por  las  juntas  que se  dejarán  sin  recubrir  y  un poco separadas.  Es conveniente,  para  activar  la  circulación  de  aire  por  las tuberías  de  drenaje,  reunir  las  cabezas  de  los  drenes  por  una  tubería  en cuyo  punto  más  elevado  se  establece  una  chimenea  de  ventilación.  Esta puede  hacerse 'de diferentes modelos,  construida con  ladrillo  o  mampostería.  En  esencia  consiste en  una  caja  o  chimenea  de  donde  parte  el  primer tubo con orificios de ventilación a una  cierta altura  sobre el nivel del terreno para  evitar que  penetren sustancias  extrañas.

La  unión  de  tubos  de  drenaje  con  los  colectores  se  efectúa  por  piezas fabricadas  especiales,  pero  también  puede  hacerse  perforando  el  tubo  de drenaje, y tapando su  boca; se coloca  sobre el  colector, también perforado, recibiendo la  junta  con  cemento.

El  cambio  de  calibre  de los  tubos  puede  hacerse  por  piezas  fabricadas especiales  en  forma  de  botellas o  también  si son  superficiales, en  arquetas de  ladrillo enlucido  en  las  que  acometen  o  parten  los dos tubos.

En  las  zonas  más encharcadas,  se facilitará la filtración  del agua a la red drenaje por   medio  de  pozos  que  se construirán  en  los   puntos  más  bajos del  terreno, y de  cuyo fondo  parte  un dren de  evacuación  que  los   une   al colector  más próximo;  estos pozos están  constituidos  por  capas  de  cantos o grava  y  arena  gruesa  que  evitará penetre  excesiva cantidad de fango en el  interior  de la tubería, siendo su dis- posición  la  que  se  indica  en  la  figura 20.

La  distancia  a  que   hay  que  colocar  los drenes y la  profundidad de los mismos  está  en  relación   con  el  descenso que queremos obtener de la  capa freática, o  sea  con el espesor de lacapa   que queremos  desecar,  dependiendo directamente  de  la  permeabilidad  del terreno. Pero como ésta, a su
vez, depende de la composición granulométrica y química del mismo, la profundidad y distancia  entre los drenes ha  de  relacionarse con estos  factores.

En  un   terreno con  una capa freática, de  altura determinada una vez que coloquemos  los  drenes,  esta  capa  freática  sufre  un  descenso.  Pero  este  descenso no es  uniforme  en  todos  los puntos,  sino que es muy  acusado  en  las inmediaciones  de  los  drenes, quedando  más  elevado  entre  ellos.  La  altura de  esta  elevación  entre  drenes  está  relacionada   con  la  permeabilidad  del terreno.  Cuanto  más  permeable  sea   éste,  tanto  más  uniforme  será  el  descenso de la capa   líquida y menos  elevación  alcanzará entre los  drenes y, al contrario, cuanto  menos  permeable sea el  terreno, menos  uniformidad  tendrá  este  descenso y a  mayor  altura  permanecerá  la  capa   líquida  entre  los drenes. En  estas  condiciones el descenso que desearíamos del nivel líquido podemos  conseguirlo  de   la   siguiente   forma:


1.º  Cuanto  menor sea la distancia entre los drenes, menos altura alcanzará el nivel freático entre ellas   (fig. 21).

2. º  Cuanto  más  profundos  estén  los  drenes,  mayor  descenso  conseguiremos del nivel freático  (fig. 21).

Teniendo  en  cuenta  el  espesor  de  la  capa  que  deseamos  sanear,  o   sea, el  descenso  del  nivel  freático  que  deseamos  obtener,  podemos  hacerlo  poniendo los drenes a corta distancia y superficiales o a mayor distancia y más profundos siendo  inversa la  relación entre distancia  y profundidad.

La  distancia a que  se   colocan los drenes está limitada por el coste de la excavación, que será  mayor cuanto más  profunda sea   la zanja. Se señala en general un  mínimo de 1 a 1'20  metros, y en   terrenos  que  posteriormente se dediquen  a cultivo no deberá  ser  menor de  1'30  metros, para evitar lleguen a ellos  las  raíces  profundas  que   tienden  a crecer entre   los   tubos  y  obstruyan   los drenes, sobre   todo empleando  el drenaje  con   tubos.

Hay   tablas  que  nos dan   la  distancia  a que  debemos  colocar  los  drenes en  relación   con  la permeabilidad  del   terreno,   la  cual  está  dada en  relación con su  análisis  granulométrico  según  su  contenido en  lama, polvo y calcio. Las tablas de Kopetzky, Kornella y Gerhardt  están en   relación con el contenido en lama y las de Frauser con el contenido  en  polvo y lama.

CIMENTACIONES: Drenaje y Saneamiento del Terreno - Parte I.

Uno  de  los  más   importantes de   la  cimentación,  es  el  drenaje y  saneamiento.  Un    terreno  puede  estar   seco  en  su  superficie  y   luego,  al hacer  la excavación, nos  podemos  encontrar con  una capa  de   agua que  hay que    alejar  de  la  cimentación.

Algunos  constructores   tienen   el  criterio  de  que  en  vez  de  efectuar   la evacuación  de las aguas, es más sencillo  realizar enlucidos  impermeables en los   cimientos que   impidan   la  penetración  de humedad  en   los distintos  materiales  de  que  se  componen  éstos.  Efectivamente  y  aunque  en  casos  débiles esto  último   es más   sencillo, en   los  permanentes  y  fuertemente  acusados,   este  sistema  da  resultados   sólo   durante  cierto  tiempo, ya  que  debido a   la  enérgica  acción  de  las  aguas  aparecerán eflorescencias.  Por   lo  que  es mucho más   recomendable  cortar   el mal  por  lo  sano efectuando de  manera eficiente   la  evacuación  de  las  aguas.

El  agua  que  puede  perjudicar  una  cimentación  puede  proceder  de  muchos  sitios  y  aunque normalmente se   consideran   las   subterráneas  y  las  de lluvia no  hay que olvidar   la  posible   presencia  del  agua  motivada por cañerías   de  conducción,  desagües  fecales,  viejos  pozos  negros  y  hasta  quién sabe si  algún  conducto   ignorado.

A  tenor  de esto y como detalle  práctico de lo que decimos,  relataremos el  siguiente  caso del  cual  fuimos  testigos  presenciales  por   tener   la  obra  a nuestro  cargo:

En   la  provincia de Valladolid  y para  el  Instituto  Nacional  de Colonización,  construimos  una  granja  escuela para   capataces  agrícolas,  que  se   alzó en  un   terreno  que en  su  tiempo fue  también granja  de  un  convento.

La construcción de la nueva granja se desarrolló sin  ningún   impedimento  serio.

Entregada   la  obra  y unos  meses  antes  de que  terminara el plazo  de garantía  para   la   recepción  definitiva  y  devolución  de  fianza, se  recibió  en  la oficina  un  oficio  del  organismo  antes  citado  en  el  que  se  invitaba  al  contratista  a  reparar  con  toda  urgencia  una  mancha  de  humedad  que   en  una de   las  esquinas  del  edificio destinado  a   taller  había  aparecido.

Personados en  la granja con el contratista   comprobamos  que, en el lugar
indicado,  el  muro  presentaba  una  gran  mancha  de  humedad  de  trazado parabólico  que  necesariamente  debía  proceder  del  terreno.

Inmediatamente   procedimos  a  descubrir  la  parte  afectada  observando que,  a  medida  que  se  profundizaba  en  el  terreno.  más  encharcado  se  pre-
sentaba  éste,  hasta  el  punto  de  que  para  que  los  dos  obreros que   trabajaban  pudieran  hacerlo  con  alguna  comodidad,  fue  necesario  proveerlos de  botas  de  goma.

Alcanzada  en  su  profundidad   la  cota de  cimentación  -1,50  m- no  se observó,  fuera  del   barro,  nada  irregular;  pero  al  continuar   con  la  excavación  y  profundizar 70  cm  más  quedó  al  descubierto  el  motivo  de  aquel desaguisado;  una  conducción   de  agua.  Una  viejísima  cañería  de  barro  cocido era  el  origen  de   todo.  Por  lo que  luego se vio,  no  pertenecía  a  ningún conducto  moderno,  sino  que  muchos    años    antes  debió  prestar  servicio, siendo desconectada   después  por   alguna  razón, quedando allí olvidada.

Por  todo  lo  cual  debe  considerarse  la  necesidad  de  evitar  todo   reblandecimiento de  los puntos del  terreno donde  asienta  la  cimentación  y  de  los próximos  a  los muros. La  razón  de ello  se   comprenderá  fácilmente,  pues el terreno  seco  sufrirá  la   misma  deformación  a  los  efectos  de  la  carga  del edificio;  en  cambio,  si  el  agua  se  introduce  hasta  el  asiento de  los  cimientos,  se  formará una  masa  de  barro  esponjoso que   cederá,  más  o  menos   rápidamente,  con  el  solo  peso  de  los  cimientos.  La  causa  de   las  grietas,  en muchos de  los casos  es  precisamente  por no haber   tenido  en  cuenta  las  filtraciones  de   las   aguas  desde  el  primer  momento  de  la  construcción, como hemos venido señalando,  amén  de un  escrupuloso   reconocimiento del  terreno,  pues   el  caso  que  acabamos  de  describir,  aunque  particular,  es  digno de  tenerse  en  cuenta  cuando  para  construir  algo  nuevo  haya  que  derribar algo  viejo.

Hay muchos  procedimientos  o métodos  para drenar  un  terreno. El más práctico  es el  que  se ejecuta  aprovechando   la  topografía del  terreno.

 
Se  hace  por  una  red  de  drenes  y pozos  de  drenaje,  que  se  reúnen  en drenes o  canales  colectores  de  mayor diámetro,  hasta  terminar  en  el  canal de   evacuación  (fig.  17).  También  estas  aguas  se  pueden  evacuar  por  filtración, si hay  una capa  permeable y, en  caso  contrario  en  ríos  o  arroyos que  existan  en   las  inmediaciones, datos  que  hay   que  tener  en  cuenta  al proyectar la red de  drenaje.
Según  la   configuración del terreno hay  tres  procedimientos  para la organización  de   la  red  de  drenaje,  y   son: 

1.º   Drenaje  longitudinal:  en  que los drenes   se colocan  siguiendo  las líneas  de  nivel  del  terreno.
2.º  Drenaje  transversal:  Los  drenes  se  colocan  perpendicularmente  a
las   líneas  de  nivel  del  terreno.
3.º  Drenaje en  ziz-zag: En  esta  forma  de  drenaje,  la disposición  de los  colectores es  formando ángulos  de  90" entre  sí. 

El  ángulo  que   forman   los drenes  en  su  unión  con   los colectores deberá ser  como  mínimo de  60".

Al  planear  el  sistema  de  drenaje  tendremos  en cuenta, además de la pendiente del  terreno, el dar a los drenes  la pendiente necesaria  para  que   la  velocidad  del  agua   en  su   interior  esté  entre  ciertos límites, para   evitar  que, por  poca velocidad, se depositen los materiales que  arrastra  y para  evitar   la  corrosión  de   los  drenes  por  la  velocidad  excesiva del  agua.
CIMENTACIONES: Drenaje y Saneamiento del Terreno - Parte II.

PREPARACION PREVIA DEL TERRENO: Explanación Saneamiento y Drenaje.

Se  ha   escogido  ya  un  terreno  donde   se  va  a  construir.  Puede  suceder que presente  una  planicie  limpia y que sea   sensiblemente  horizontal o por el  contrario,  presente  montículos  más  o  menos  elevados,  árboles  que  es necesario  talar  e  incluso  restos de construcciones  antiguas, que habrá  que derrumbar completamente.

En  un  edificio  urbano  de   la  ciudad,  una  excavadora  de  cuchara  resolvería  magníficamente  el problema, pero si se   trata  de grandes  construcciones, el  empleo  de  más  maquinaria  se  hace  necesario,  ineludible,  pues  de otro modo  la  preparación  del  terreno  se  haría  pesada,  lenta  y  poco  menos que  interminable.

En  la  figura 16 presentamos  una  máquina  provista de oruga a  lo  caterpillar,  llamada  topadora,   la  que  por  sí sola  habla  más elocuentemente  que cualquier  referencia  escrita de  la  función  e   importancia  que  la  citada  máquina   tiene   en  la preparación  previa de los   terrenos  en  campo  abierto.


La  explanación  es  la  primera  operación  que  se ejecuta  en  movimientos de  tierras y, como  toda fase   en  construcción de edificios, está sujeta a  normas constructivas  que de seguirlas fielmente o hacer caso omiso  de la experiencia, contribuyen, en alto grado a encarecer el coste de los edificios.

Desmonte  y  terraplenado equivalen   a  explanación,   tanto si es necesario arrancar  las  tierras del suelo para conseguir  nivelarlo, como la  de procurarse  tierras  para  lograr  un  plano   elevado  sobre   la   rasante del   terreno,  terraplenando  con  tierras  de  préstamo.

Según  el  cuadro  de  rendimientos  mínimos  de  la  Reglamentación  del Trabajo en  la Construcción  y Obras  Públicas, se señala para este tipo de  trabajo unas cifras mínimas   refiriéndose al operario y   jornada.

Desmontes

Picado y  retirada de tierras para llevar el tajo limpio. Terreno   flojo:
   Hasta  1  metro  de  altura,  4' - metros  cúbicos,
   Hasta  2 metros de  altura,  5'- metros cúbicos.
Picado  y  desmoronado  solamente.  Terreno  flojo:
   Hasta 4 metros de  altura, 8.
   Más  de  4 metros  de   altura,  10.

Cimentaciones: Sondeos para el reconocimiento del subsuelo.


Los  sondeos  son  otro  aspecto  del   reconocimiento  del  subsuelo, cuando por circunstancias del terreno hay que ir a ciertas profundidades. Operación también  indispensable,  pues  al   ser  atravesadas  las  diferentes  capas  del  terreno,   esto nos  permitirá   la  extracción  de  muestras  y  por  ende  un  mayor conocimiento de su  constitución  geológica.

Para profundidades  hasta de 5 metros y  tratándose de  terrenos de  con-sistencia  corriente,  se  usa  la   sonda de  mano que es manejada  por  un  solo obrero,  como  puede  observarse  en  la  figura  5.

El equipo  de sondeo  que presentamos  (fig. 5) está  formado  por  un  aparato de rollizos. La barrena penetra en el  terreno por simple rotación  ejecutada a mano. Hoy en  día hay otros métodos a motor  y aunque sus Útiles no han  variado  sensiblemente,   la  operación  se  hace  con  más   rapidez.

A continuación  presentamos los barrenos más  característicos con que se ejecutan  los   sondeos.

Barrena  para  tierra  (fig. 6)   llamada  de  plato  o  hélice.  Se  utiliza  en  terrenos vegetales o en  los  formados por arcillas, arenas compactas o graves, puede  penetrar  hasta  una  profundidad  de  2  metros.

 
Barrena  de  caracol  (fig. 7)  para   terrenos  coherentes  e  igual  profundidad  que   la  anterior.

Barrena cilíndrica  (fig.  8)  que  se  emplea  para  mayores  profundidades.

Barrenas de  cuchara   (figs.  9, 10, 11  y 12)  para  terrenos  compactos.

 
Barrenas  en  espiral  (figs. 13 y  14) para  terrenos  de  igual  naturaleza  que los  anteriores.

Barrena  cilíndrica  (fig.  15) de  palastro  especial  para  suelos  de  arena.
En  arena   seca  su   trabajo  es casi nulo por   lo  que  se  hará  necesario  verter agua sobre la superficie o  sondar.

Todos  los   taladros  serán  ejecutados  hasta dar  con   los  terrenos  incomprensible,  recogiéndose  muestras  (como  dijimos   antes)  de  las  diferentes capas  por   las  que  atraviesa   la  barrena.  Las  mismas  se  guardan  en  envases  precintados  y clasificados para su análisis en el laboratorio.

domingo, 27 de febrero de 2011

Cimentaciones: Calas y Sondeos.


Hemos  dicho  anteriormente  que  para  cimentar  convenientemente  un edificio se  hace  necesario  el  estudio  previo  del   terreno,  de  cuya  composición  y estructura nos darán  la  idea  las  calas  y sondeos. Refiriéndonos a las primeras  son  excavaciones  más  o (menos profundas  las  que  harán  posible el  conocimiento  geológico del  suelo y  la  profundidad  en  que  se encuentra el   terreno  firme  donde  se   pueda  apoyar  con  seguridad  la  fundación  del edificio  proyectado.  Estas  calas  y  colicatas  de  ensayo  pueden  hacerse  de forma  que  un  obrero  trabaje  con  comodidad  bastando,  si   son  de  sección rectangular,  las  dimensiones,  de  1  a  1'50  metros  por  0'60  a  0'70  m  y  si son circulares de 1 a 1'50 m de diámetro.

Estas  investigaciones,   tratándose  de edificios de  alguna  importancia,   se harán  preferentemente en  los  lugares más  cargados, extremando su estudio en los puntos más débiles como son las esquinas de  todo  edificio.

Para   la  construcción  se  tendrá  en  cuenta,  en   las ciudades,   lo  que  a   tal respecto digan  las  Ordenanzas Municipales de cada población  con   referencia  a muros,  alineaciones,   tira de   cuerdas, etc.,  y en  el  campo  lo que  a   tal punto haya  legislado Obras Públicas, sin olvidar  las  zonas  militares;  proximidades  de  vías  de  ferrocarril,  canales  de  navegación,  zonas  marítimo-terrestres y las costas bañadas por el mar  y márgenes de los ríos, pues estudiando desde  un  principio  el  emplazamiento de  nuestra  obra  nos   ahorrará después  muchísimas y enojosas contrariedades que son  posibles  de  prever.

sábado, 26 de febrero de 2011

Tabla de la Resistencia de Terrenos.

A  continuación  presentamos  la  tabla  1 correspondiente a  las  presiones máximas  que,  con  seguridad,  pueden  soportar   los  diferentes   terrenos  que en   la  misma  se  mencionan.

Reconocimiento y ensayo del Terreno para la Cimentación.

A veces, a la cimentación  de  un edificio  no se le concede  la importancia que  merece. 

Una obra  no sólo se  compone  de  materiales  y mano de  obra, sino  también  de  disgustos  y  la  práctica  diaria  nos  enseña  que  es  posible ahorrarse  una  gran  parte  de  ellos si  realizamos  con  esmero la  cimentación del edificio  encomendado.  Es  necesario  estar  alerta  y  reconocer el  terreno en  profundidad,  especialmente  en aquellos  puntos  en  que  se  concentran las mayores cargas, pues a menudo se presentan  estratos de terrenos, firmes por  su  naturaleza,  pero  de  escaso  espesor  que  cubren  bolsas  huecas  o  de resistencia  nula,  cuyo  desconocimiento  nos  puede  conducir  a  lamentables fracasos.


En  efecto,  si  tenemos  un  terreno  de  firmeza  aparente,  pero  que en  su  interior oculta bolsas  como las de la figura 1, forzosamente tendrá que producirse la  catástrofe, o cuando  menos  grietas y  fisuras peligrosas que  más tarde o más  temprano darán al  traste con  la estabilidad  de la construcción, sino se  recurre a  inyecciones  y recalces,  operaciones  que  generalmente podrán evitarse-si  desde el  principio se  observan  las  precauciones  necesarias.

Para  prever  esta  posible circunstancia, conocemos un sistema que  podemos  asegurar nos ha  dado en  la  práctica óptimos  resultados.

El  procedimiento  se  basa  en  una  propiedad  física  que  trataremos  de  explicar:

Si  un  cuerpo  pesado  cae  en  tierra  con  alguna  violencia,  la  zona  inmediata al choque percibirá  una sacudida cuya onda será mayor cuanto  menor sea la  capacidad  de  resistencia  del  terreno  a  ensayar.   

Basándonos  en  este principio,  un  cubo lleno  de  agua  y  un  pisón  corriente nos ayudará  a saber con qué clases de  terreno hemos  de  tratar, si el citado cubo lo depositamos en   el  suelo,  una vez  realizada  la excavación  o  el  vaciado, y  a   su   alrededor apisonamos  el   terreno   repetidas  veces  con  golpes  bruscos  y  secos.


Si  se  tratara  (fig.  2)  de  terreno  compacto  y  duro,  éste  permanecería inalterable  y, por  lo  tanto,  el  agua continuaría  inmóvil;  pero  si  por el  contrario (fig. 3)   se   trata  de  un  terreno  poco consistente  y, más aún, si contuviera  concavidades,  la  onda  expansiva   se  transmitiría  al  cubo  y  el  agua se  pondría en  movimiento, al   igual  que  cuando  arrojamos  una  piedra  a  un  estanque.

De   lo  que  se  deduce  que  incluso  cuando  se  va  a  cimentar  sobre   roca es  preciso  identificar  el   terreno,  desenmascarar10  para  conseguir  seguridad y   firmeza  en   la  construcción.

Reconocido  el  terreno,  es  muy  conveniente  saber  su  resistencia.  Para lo cual  presentamos otro  procedimiento  práctico  y  al  alcance  de  cualquier operario  de  una  obra. Consiste  (fig.  4) en colocar sobre  el   terreno a  examinar,  un  soporte  de sección  conocida   (por ejemplo, un  tablón  B) y una carga determinada  A. Este ensayo deberá aplicarse sobre el  terreno recientemente excavado o  vaciado  y sin  apisonar.  Para conocer  la  resistencia  aproximada del  terreno   a  la  compresión, dividiremos   la carga  A,  expresada   en  Kg.  por la  sección  B  del  tablón,  expresada  en  cm'.  Por  ejemplo,   si  el  canto del 
tablón  es  de  20  x 5   cm. = 100 cm2   y la  carga que se  coloca  es  de 500  Kg, tendremos:

A     500 
-- =  --       = 5  Kg/cm2
B     100


Esta  carga no deberá  dejar  en  el terreno  más que una ligera  huella,  del orden de 1 a 2 mm., del primer asentamiento por cortadura en el suelo, producida  por  las  aristas  del  tablón,  para  que  pueda  considerarse  admisible.

La  forma práctica  de  realizar  este  ensayo  es  cargar  el  tablón  primero  con una  cierta  carga,  por  ejemplo  200  Kg,  dejarlo  cargado  24  horas,  retirar  la carga  y  comprobar  si  el  tablón  se  ha  hundido en  el  suelo;  volverlo  a  cargar  con  una  carga  mayor  de  300,  400  Kg, e  ir  repitiendo  la  carga  y descarga  para  ver el comportamiento  del terreno.  Todas estas operaciones  deben  hacerse  con  el mayor  cuidado.

Los Kg por cm que se obtengan  en el ensayo deben dividirse por 1'5  ó 2  y  tendremos la carga  que  puede  soportar  el  terreno  con  un  margen  de  seguridad  equivalente  al coeficiente  por que hemos  dividido. En el  ejemplo indicad o anteriormente,  si suponemos que  el  terreno ha empezado  a  ceder después  de  los  500  Kg  de  carga,  o  sea  después  de  estar  sometido  a  una carga  de  5 Kg  por cm 2, el  coeficiente de  trabajo obtenido  sería: 





o sea de 2'50   a  3'33  Kg/cm2.

Si  una  vez  examinado  un  terreno  podemos  agruparlo  en  una  categoría definida,  nos será  muy útil el uso de  las  tablas,  ya que éstas  nos ahorrarán tiempo  y  trabajo  en  la  investigación  de   los  kilos  que  por  cm2   soporta  un terreno.  Este estudio  preliminar  deberá  ser   lo más completo  posible,  pues una apreciación errónea sólo nos conduciría a   resultados falsos, ya que puede  darse  el  caso  de  que  la  porción  de   terreno  examinada,   tan  sólo  tenga una  remota  analogía con  el  terreno sobre  el que se quiere edificar.

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