Sobre la base o cimiento de hormigón, se procederá al replanteo de las dos
superficies, interior y exterior, del depósito a encofrar. El diámetro de esta
circunferencia exterior, a efectos de encofrado, será:
Esto nos da el valor de la flecha en función del radio de la
circunfe rencia y de la cuerda o semicuerda c.
Podemos sacar buen provecho de
esta propiedad para el fin que perseguimos.
Supongamos, figura 137, que sobre un tablero de las dimensiones del a-b-c-d,
queremos trazar un arco de circunferencia de radio R, que nos va a servir de
camón para una determinada obra. Ya tenemos el dato principal, el valor de R.
Supongamos que vale 2,00
metros.
Comenzaremos por medir una cuerda, la
BC, que, naturalmente, nos quepa dentro de este tablero que
disponemos para el trabajo. Esa cuerda es, por ejemplo, de 0,80 metros.
La flecha correspondiente, según los datos que damos, vale:
Por lo tanto, bastará con trazar sobre el tablero a-b-c-d la cuerda BC y
levantar sobre su punto medio, el D, una perpendicular a BC con una longitud f.
Los tres puntos B, C y A, están sobre una misma circunferencia.
Para completar la totalidad de la circunferencia, echamos mano de otra
propiedad geométrica, que nos permite seguir obteniendo puntos de una
circunferencia cuando ya tenemos trazados una cuerda y la flecha
correspondiente. Consiste este sencillo procedimiento en unir los puntos A y C,
y sobre el punto medio de esta nueva cuerda, que pertenece al arco mitad del
BC, se levanta una perpendicular EF, siendo esta longitud igual a la de la
flecha AD dividida por cuatro. Esta propiedad, que sirve para el replanteo de
curvas circulares y que el lector deberá aprenderse de memoria por sus
múltiples aplicaciones, la podemos resumir así:
<<SI BAC es un arco de circunferencia al que le corresponde una cuerda BC
y una flecha AD, al trazar la cuerda del arco mitad, AC, le corresponderá una
flecha EF que es la cuarta parte de la anterior, AD>>.
Se han hecho muchas tablas para el trazado de curvas
circulares y el lector podrá encontrar muchas adecuadas a este fin.
Con este trazado, se podrán obtener los camones necesarios para el encofrado de
las dos superficies, la exterior y la interior, del depósito. Basta con ir
encajando todos los trozos de circunferencia así obtenidos.
Puesta en obra
Sobre la solera del hormigón del depósito, si se ha hormigonado previamente,
por separado, se clavarán las tablas de pie, que consisten en camones,
naturalmente. Si la solera se hormigonase al mismo tiempo que el resto del
depósito, sin solución de continuidad, entonces será necesario poner las tablas
de pie del encofrado exterior en superficies planas horizontales del terreno
previamente preparadas. En cambio, las del encofrado interior deben quedar
elevadas, o «colgadas», de manera que la altura o diferencia de cotas entre las
tablas de pie de ambos encofrados sea igual al espesor de la losa de solera del
depósito.
Para colocar otro sistema de camones para dirigir las tablas del encofrado por
la parte superior, se colocan unos tablones verticalmente, llamados en algunas
regiones «velas», y los camones se fijarán a ellas. Si el depósito tuviera una
altura considerable, sería necesario situar directrices de camones para que las
tablas de los correspondientes encofrados no pierdan su debida posición. En la
figura 138 vemos la manera de situar los camones en un encofrado de depósito.
Téngase siempre presente que los camones sólo tienen la
misión exclusiva de «dirigir y mantener en su debida posición» las tablas del
encofrado, pero nunca la de soportar los esfuerzos y empujes que se produzcan
al hormigonar. Esta misión resistente está confiada a los zunchos, Estos
zunchos son unos aros de hierro que abrazan las tablas de manera que impiden
todo desplazamiento de alguna de ellas fuera de la posición deseada, Estos
zunchos son, en realidad, redondos, a los que se les ha dado la forma circular
y por los extremos se les une con cualquier sistema.
Estos zunchos suelen colocarse a distancias comprendidas entre los 40 y 80 cm, según las alturas. Es
decir, irán mas juntos aquellos que estén en la parte baja del encofrado, pues
ya hemos visto en varias ocasiones que el mayor empuje del hormigón se produce
en la base y va disminuyendo hasta llegar al borde superior del molde en que su
valor es nulo.
Diámetro de los depósitos
Los depósitos pueden tener cualquier dimensión, desde la mas reducida a la
mayor imaginable. Para depósitos de pequei3os diámetros, las tablas de encofrar
tienen que ser lo mas estrechas posible, ya que en caso contrario no se
obtendría una circunferencia, como sección transversal, sino un polígono mas o
menos regular.
Por lo tanto, se tendrá en cuenta a la hora de encofrar que
para diámetros pequeños hay que usar tablas estrechas.
Apuntalamiento
Como vimos, los camones directrices superiores iban fijados a las «velas», las
cuales, además, nos servirán para el atirantado. Estas «velas» deberán ir
debidamente arriostradas con tornapuntas que, por regla general, se colocan de
la manera siguiente:
Un tornapuntas en la parte baja, coincidiendo con los camones que forman la
directriz inferior y otro tornapuntas en la parte superior, también en
coincidencia con la altura a que va la directriz superior, tal como se muestra
en la figura 139.
Todo cuanto decimos constituye el grupo de operaciones a efectuar en el
encofrado del paramento exterior.
Una vez realizado éste, serán los
ferrallistas los encargados de colocar las armaduras que deberá llevar el
depósito, lo que debe efectuarse «antes de comenzar a colocar el encofrado
interior», ya que se crearían una serie de dificultades de espacio que
entorpecerían grandemente el trabajo de unos y otros.
Encofrado Interior
Ya dijimos que si se había hormigonado previamente la solera del depósito, el
encofrado interior del molde se apoyará sobre dicho suelo, con sus camones, etc. Pero si para la fase de hormigonado se ha
previsto hacer sin solución de continuidad tanto la solera como las paredes,
entonces el encofrado dei paramento interior irá colgado sobre tacos de
hormigón, zancos de hierro, etc.
En esta ocasión, los camones que sirven de directrices al
encofrado interior han de ser lo suficientemente fuertes como para servir de
elementos resistentes de los esfuerzos que reciben las tablas.
En cuanto al resto de las operaciones de montaje siguen un
procedimiento en todo similar al ya descrito para el encofrado exterior.