Para el encofrado de arcos rigen las mismas reglas explicadas ya para suelos y
muros. La diferencia principal estriba en que para formar el intradós de estos
elementos se precisa colocar unas cimbras sobre las que se apoyan las tablas
del encofrado del arco. Las figuras 113, 114, 115 y 116 son ejemplos de
diferentes cimbras cuya variedad es inmensa, adaptandose a las diversas formas
de arcos que se emplean en la construcción. El extradós no necesita encofrado,
ya que enlazará en los demás elementos del edificio (muros, pilares u otros
arcos) (1).
Como el arco suele tener el ancho de la pared en que se abre, se colocan dos cimbras paralelas, en línea con los paramentos, y sobre las mismas se clavan las tablas de encofrado del intradós, recortadas a una longitud igual al grueso del muro (figura 117).
Los testeros se encofran con tablas horizontales como un muro. Si el arco es pequeño, tapándolo del todo (figura 118), y si es grande, escalonadas dejando libre el hueco (figura 119).