Una forma de repartir la presión de pilares aislados al terreno, es la construcción de bóvedas invertidas cuyos arranques están bajo los zócalos de los distintos pilares de cimentación, tal como se indica en la figura 27 del primer capítulo.
Esta clase de tipo de cimentación sirve para sustituir a las losas y vigas de hormigón armado, y hoy en día casi no se emplean. No obstante, esta clase de bóvedas se pueden colocar como sostén parcial de la obra o en toda la extensión de su superficie, en cuyo caso es necesario que se proyecte para aguantar fatigas longitudinales que producen las bóvedas. Especialmente en sus arranques, para lo cual se colocan (como anteriormente dijimos) tensores bien protegidos contra la oxidación.
Un caso concreto de construcción de bóveda invertida puede ser un puente de ferrocarril cuyas sobrecargas de trenes, no es posible transmitir al terreno solamente mediante las pilas y estribos, sino que es necesario la superficie adicional de las bóvedas invertidas, cosa que también permitirá reforzar las pilas y el arco superior.
Este sistema de cimentación que estudiamos, adolece del defecto que si los asientos son desiguales, la propia acción de la bóveda no tiene lugar, pudiendo agrietarse, con el inconveniente de la falta de ligazón del conjunto.
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