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sábado, 22 de octubre de 2011

Encofrado de puentes:


Por la rapidez de construcción y su larga duración, las grandes obras de fábrica que salvan los vanos de ríos, vaguadas o brazos de mar, se construyen con hormigón en masa o armado. En muchas ocasiones hay que enfrentarse con casi insolubles problemas de cimentación, montaje de cimbras, castilletes de apeo y hormigonado. Pero con una buena técnica, se puede decir en idioma vulgar que no hay puente que se resista.

En la técnica del encofrado de puentes de gran envergadura, no entra sólo el aspecto del molde, sino la resistencia de los elementos que lo han de sostener. En ocasiones hay que construir verdaderos castillos que forman el armazón resistente del molde propiamente dicho.

Clasificación
Indudablemente, en general se da el nombre de «puente) a toda obra de fábrica cuya finalidad es la de salvar un vano o solución de continuidad en el terreno para una vía de acceso, tal como carretera, ferrocarril, canal, etc. En ingeniería, estas obras de fábrica se agrupan según la luz libre o hueco de obra construida, en:
Caños, cuando la obra de fábrica proyectada tiene una luz libre de 0,60 o 0,80 m.

Tajeas, para aquellas obras de fábrica cuya luz libre va de 0,50 a 1,00 m, pudiendo ser de losa de tapa o de bóveda de arco.

Alcantarillas, cuando la luz libre llega a 3,00 m.
Pontones, si la luz libre no rebasa de 8,50 m.
Puentes propiamente dichos, cuando la luz libre es superior a 8,50 m.

Dentro de esta clasificación hay que distinguir entre los puentes de tablero y los de arco, ya sea circular (de medio punto, rebajado, peraltado, etc.), parabólico o de cualquier otro tipo.
Las obras de fábrica de peq&eia luz ofrecen pocas dificultades al encofrador y vamos a describir su montaje en breves líneas.

En la figura 131 vemos una obra de este tipo, de losa o tablero. Se llaman estribos los muros laterales sobre los que apoya el tablero. El encofrado de estos estribos no se diferencia en nada del ya descrito para los muros, constando de tableros ya conocidos sobradamente. Los paramentos internos pueden ir escalonados, si la altura es considerable, inclinados en un suave talud o ser totalmente de un mismo grueso. Cualquiera que sea su forma, no ofrece dificultad su encofrado.

La losa se encofra igualmente como ya explicábamos en el capítulo de suelos, incluso puede llevar, como allí sucedía, vigas largueras que son los elementos resistentes. 

 
Los paramentos exteriores, es decir, los vistos, son siempre verticales y se encofrar como los interiores.

Puentes de arco.

Alcanzan los de este tipo las mayores luces conocidas, siendo innumerables de ellos verdaderas obras maestras de la ¡ngenler(a moderna. 







Los puntes de arco de luces no muy grandes suelen hacerse a base de medias circunferencias, por lo que reciben el nombre de medio punto (figura 132). Cuando el arco es menor que una semicircunferencia, reciben el nombre de arcos rebajados, como el de la figura 133. Pueden también adoptar forma elíptica (figura 134), y la más generalizada, en virtud de sus propiedades técnicas, es la parabólica.

Cuando el vano a salvar es de considerable anchura, se div:de el mismo en varios tramos mediante un puente que consta de unos pilares centrales y entre ellos bien tablero o arco.

Volviendo a la figura 132, que nos va a servir en nuestra descripción general, vemos que los encofrados de los paramentos de los estribos están formados por tableros en donde las tablas están dispuestas horizontalmente, los cuales se apoyan contra unas carreras horizontales. Todo este armazón se apoya, a su vez, en tablones clavados verticalmente en el suelo, los cuales suelen recibir el nombre de velas, por su parecido con éstas. 






 
Para evitar que las velas se venzan al empuje del hormigón, hay que disponer tornapuntas en e! paramento del lado del terreno. En los que han de quedar vistos, como se ven en fa citada figura 132, si la luz no es excesiva, se emplean codales que ofrecen mayor seguridad.

La disposición de los distintos elementos dependen del empuje de hormigón que deben soportar. La separación entre las carreras es función de dicho empuje.

Para darle forma al arco se emplean unas piezas llamadas cimbras, las cuales van montadas sobre unos caballetes que les sirven de apoyo. Estas cimbras o formeros (reciben muy diversos nombres según las regiones) llevan en su parte alta la forma a dar al arco y sobre las cuales se apoyan las tablas del encofrado del arco. En la figura 135 vemos una cimbra para arco de medio punto.

La cimbra se compone de los camones, que pueden ir en una o varias filas para mayor refuerzo, el tirante o pieza horizontal, y los jabalcones, que son a modo de tornapuntas de la pieza.

Entre las cabezas de los castilletes y los tirantes de las cimbras se colocan las cuñas, cuya misión principal no es la de llevar a su posición exacta la cimbra y, por lo tanto, el encofrado de la obra, sino la de facilitar la labor de desencofrado, cosa que no podría efectuarse sin esas cuñas. 

Colocados los castilletes, se montan las cimbras y se arriostran. Se colocan algunas tablas del encofrado de la bóveda, para mantener entre sí la distancia debida y que se mantengan verticales. Después se coloca el resto de las tablas que forman la superfkie inferior de la b6veda. La superior no va encofrada, o lleva tan sólo unas tablas en los arranques, ya que suele adoptar la caída del hormigón a dicha superficie.


ENCOFRADO DE CUPULAS.



Un caso particular de las bóvedas lo constituyen las cúpulas, que vienen a ser unas bóvedas cerradas sobre planta circular o elíptica. También puede considerarse generada por un arco que gira alrededor de su eje vera tical. La más característica es la cúpula esférica, generada por un arco de medio punto.

De lo anterior se deduce que la osatura correspondiente a cualquier cúpula se compondrá de un robusto eje (de sección redonda) al que se une una serie de medias cimbras. Las tablas del encofrado del intradós, convenientemente recortadas, se clavan sobre la osatura mencionada, como en las demás bóvedas (figura 130). 


Encofrado de Bovedas.


Cuando la bóveda a encofrar pertenece al grupo fundamental de las cilíndricas, o sea, que es generada por un arco directriz, que se traslada a lo largo de un eje, el encofrado viene a ser similar al del arco generador. En lugar de dos cimbras, se compondrá de un número mayor, según la longitud de la bóveda y la luz, de los que dependen su peso. Las tablas del intradós serán mas largas, y si su longitud es menor que la de la bOveda, se procurará que los extremos de las tablas coincidan sobre una de las cimbras intermedias.

La figura 120 representa un ejemplo de esta clase de encofrado. Si los testeros son libres, pueden
encofrarse como se ha explicado en los arcos, o mediante plantillas especiales que se fijan con barrotes, carreras y puntales adaptados a la forma de la bóveda (figura 121).

Para encofrar otros géneros  de bóvedas, como las de rincón de claustro, por aristas, esquifadas, estrelladas, etc., se forma primero con cimbras y medias cimbras una osatura y sobre ésta se clavan las tablas de encofrado del intradós.

En las figuras 122 y 129 se representan varios encofrados, en planta u sección, para estos tipos de bóvedas. 


viernes, 30 de septiembre de 2011

Encofrado de Arcos.


Para el encofrado de arcos rigen las mismas reglas explicadas ya para suelos y muros. La diferencia principal estriba en que para formar el intradós de estos elementos se precisa colocar unas cimbras sobre las que se apoyan las tablas del encofrado del arco. Las figuras 113, 114, 115 y 116 son ejemplos de diferentes cimbras cuya variedad es inmensa, adaptandose a las diversas formas de arcos que se emplean en la construcción. El extradós no necesita encofrado, ya que enlazará en los demás elementos del edificio (muros, pilares u otros arcos) (1).

Como el arco suele tener el ancho de la pared en que se abre, se colocan dos cimbras paralelas, en línea con los paramentos, y sobre las mismas se clavan las tablas de encofrado del intradós, recortadas a una longitud igual al grueso del muro (figura 117).

Los testeros se encofran con tablas horizontales como un muro. Si el arco es pequeño, tapándolo del todo (figura 118), y si es grande, escalonadas dejando libre el hueco (figura 119). 









Enconfrado de voladizos: Marquesinas, cornisas.

MARQUESINAS 

El encofrado de marquesinas de hormigón armado suele ser igual al de cualquier voladizo, con la ventaja de que por situarse éstos a poca altura, los apeos pueden apoyar en el terreno.



CORNISAS

El encofrado de cornisas sólo se diferencia del de aleros en la mayor o menor complicación que ofrece la configuración de la cornisa, siendo las esquinas los puntos que exigen mayor cuidado del encofrador. Se dispondrán unos calibres o plantillas negativas recias que siguen la configuración de la cornisa, deducido el grueso de las tablas. Estas plantillas harán las veces de costillas y sobre las mismas se clavaran las tablas del molde (figura 112). 


Encofrados de Voladizos: Aleros

Los voladizos de aleros de cubiertas suelen encofrarse como los balcones descritos anteriormente, no ofreciendo dificultades el que el alero, a veces, siga la pendiente del tejado. Lo difícil no suele ser el encofrado en sí, sino su apeo, ya que los aleros suelen estar a considerable altura, lo que obliga a colocar los apeos inclinados para apoyarlos en el muro del edificio (figura 111). 





martes, 13 de septiembre de 2011

Encofrados de voladizos: Balcones o galerías.

Cuando el balcón o galería es prolongación de un suelo nervado (o con entramado de vigas prefabricadas) en el sentido de las vigas o nervios, no es más que una losa apoyada sobre vigas y su encofrado no ofrece más dificultades que las descritas para dichos suelos en el capítulo correspondiente. Su única variación consiste en que el extremo del voladizo necesita una tabla terminI sobre el encofrado de losa como las descritas en las zancas de escaleras (figura 102). Especial cuidado debe prestarse al apeo con suficientes puntales arriostrados con tornapuntas y calzados con zapatas continuas (figura 109).

Cuando el balcón o galería no apoya sobre vigas, el tablero suele ir inclinado, correspondiendo al mayor espesor de la losa en voladizo en su empotramiento (figura 110). 

Dificultad de ejecución del encofrado de una escalera curva: Camones, zancas, losa, apuntalamiento, Madero de sobrezanca.

Si el encofrado de las escaleras de tramos rectos no eran la labor fácil, el de las escaleras curvas supera con creces dicha dificultad. Como ya hemos repetido en muchas ocasiones, no es frecuente encontrar en los planos de obra nada referente a encofrados de los elementos que componen aquélla, sino que sólo se dibujan y proyectan las obras tal y como deben quedar una vez terminadas, por lo que corre a cuenta del encofrador» el ingeniárselas como francamente sepa para obtener los moldes deseados.

Cuando se trata de elementos rectos, la dificultad es exigua; no así en el caso de escaleras con tramos curvos. 

Generalmente, pues, será preciso trazar unos camones que marquen el desarrollo de la losa de escalera, si va encajada en muros; con camón por una parte y tablero de zanca por otro lado, si la escalera va por un lado adosada al muro y al aire por el otro. O, finalmente, con dos tableros de zanca, uno por cada lado, si la escalera va enteramente al aire.

Camones
Están destinados a soportar los pesos correspondientes al encofrado de la bóveda y del hormigón, por lo que en el presente caso son los elementos resistentes del armazón de madera. Por tanto, se procurará que no haya trozos de tabla demasiado estrechos. A veces es muy conveniente colocar doble tabla en el camón para reforzar los apoyos defectuosos que se producen en las entradas y salidas de la escalera, en que sólo las tablas que forman el molde del tablero de losa apoyan por un solo extremo. Doblando el espesor de los camones, se consigue un buen apoyo de dichas tablas. En la figura 107 se muestra un trazado de camones para una escalera curva. 


Para el trazado de la línea superior de los camones, la que sirve de apoyo a las tablas del encofrado de la losa de la escalera, basta con disminuir en un grueso de tabla la línea de la bóveda que nos marquen los planos del proyecto y que dibujaremos sobre la montea. Sobre la pared en donde se apoya la losa, y sobre une superficie previamente preparada, se dibuja dicha montea.

Los camones de las zancas se dibujan sobre los tableros de éstas. Las tablas que forman dichos camones pueden ir clavadas a las paredes de la caja de la escalera o montadas sobre apeos. En la figura 108 vemos un camón para apoyo de las tablas del encofrado de la losa de una escalera montada sobre un apeo.

Zancas
Por la dificultad de ejecutar los tableros de zanca, de la misma forma que indicábamos al hablar de escaleras de tramo recto, en que aquéllos estaban constituidos por tableros estrechos, ya que aquí, por la forma curva de la bóveda, habría zonas estrechas, es preferible formar tableros que asienten en el suelo, como se muestra en la figura 107. Como ya vemos en ella, sobre este tablero van también las tablas que forman los camones, y las bridas donde apoyarán verticalmente los tableros que delimitan las contrahuellas. Aunque en la figura 107 se han dibujado estas bridas a distancias horizontales diferentes (lo que parece saltar a la vista como un error de dibujo), no es ni más ni menos que el efecto de la escalera en curva. Es, pues, una proyección sobre un plano vertical. Habrá entre todas esas distancias, sólo una que será la verdadera y que corresponderá a la dimensión de una huella. El resto estará, en el dibujo, claro, deformada por efecto de la curvatura de la escalera. 


Para obtener el tablero de zanca, comenzaremos por disponer de un tablero con las dimensiones necesarias para que nos quepan en él todas la sbridas del tramo que nos propongamos encofrar. Sobre ese tablero, procederemos a dibujar la línea de la escalera por la zanca.

Es conveniente que las dos tablas inferiores, Tas que van junto al suelo, del tablero preparado se prolonguen sobresaliendo del resto, como se indica en la figura 107, para con ellas dejar formado el primer peldaño de arranque de la escalera. A partir de aquí, se lleva la altura correspondiente a una contrahuella, que vendrá fijada en el proyecto, para determinar el segundo peldaño. De esta forma se va obteniendo la traza de los escalones sobre el tablero. Si unimos todos los extremos más bajos que forman los ángulos de los escalones, se obtiene una curva paralela a la de la b6veda de la escalera por su parte inferior, por lo que no hay más que bajar dicha curva en el grosor de la losa para obtener así el trazo de los camones al disminuir altura en un grueso de tabla.

Para trazar perfectamente la curva de los camones, ya que por el procedimiento anterior sólo habremos obtenido una serie de puntos correspondientes a la misma, se suelen clavar unos clavos en dichos puntos y encajar una reglilla algo flexible, hasta darle una forma aceptable estéticamente y que no produzca disminución en el grueso de la losa de la escalera, si acaso aumento de algunos milímetros en dicho espesor.

Losa
Para el encofrado de as losas se necesitan tablas en muy buen uso, debidq a los esfuerzos que deben soportar. Se ha de tener en cuenta, además, que por las especiales características de las escaleras en curva, habrá que obtener tableros en forma trapecial, ya que por su parte exterior, las huellas tienen más desarrollo que por la interior, siendo la línea de huella la que debe tener la dimensión adecuada. La diferencia entre ambas bases del trapecio será tanto mayor cuanto «más cerrada» es la escalera, es decir, cuanto menor sea el radio de giro de la escalera, en planta.

Estas tablas se apoyan, por una parte, en el camón de la zanca y por el otro en el de caja. Presentados sobre estos camones, se irán clavando a los camones respectivos. A veces será necesario clavar unas cuñas intermedias para darles a las tablas el ligero alabeo a que les obliga este tipo de escalera.

Cuando la escalera es bastante ancha, o se teme que el alabeo de las tablas dé en los extremos de ¡as mismas unas líneas con resaltos, por la resistencia que dichas tablas oponen al alabeo, se necesitan poner camones intermedios, para guiar mejor el apoyo de las tablas o para que al ser éstas más cortas, como resultado de dividir su longitud en otra menor, se consiga un mayor efecto.

Apuntalamiento
Cuando ya tengamos montado el encofrado de la losa de escalera, procederemos a apuntalarla debidamente. 

Los puntales que se coloquen deben de llevar, si fuera posible, la dirección normal a la superficie que tratan de apuntalar, es decir, que irán inclinados de manera que sean perpendiculares en cada punto al tablero de la losa de la escalera. Si esto no fuera posible, se buscará la forma para que esta inclinación sea lo más aproximada posible a la perpendicular.

Los camones llevan sus tornapuntas y también será preciso en la mayoría de los casos disponer tornapuntas para la mayor seguridad de los puntales, los cuales, para evitar todo desplazamiento, irán arriostrados entre sí con cruces de San Andrés. 

Madero de sobrezanca
Como ya dijimos al hablar de las escaleras de tramo recto, para mejor fijación de las tablas de contrahuella se puede disponer de un tablero, lla mado de sobrezanca, para colgar de él y obtener así otro apoyo más, los tableros de contrahuella. De esta manera el empuje que se produce al hormigonar los escalones y que va contra los tableros de contrahuella, queda más repartido, puesto que el tablero de sobrezanca se apoya, en un corte biselado, contra el suelo, si es un primer tramo, o sobre una meseta ya hormigonada, si es en un tramo alto.

Construcción y encofrado de escaleras curvas.


En este tipo de escaleras se incluyen aquellas que están formadas por tramos rectos y, por disponer de poco espacio, se hace preciso trazar escaleras continuas, es decir, sin ningún rellano intermedio para ganar rápidamente altura o para conseguir un determinado efecto decorativo, dando, por tanto, un trazado mixto.
Como no puede obtenerse el efecto deseado de ganar altura por disponer de poco espacio realizando una escalera de tramos rectos y mesetas, hay que introducir en las vueltas, los tramos curvos. Esto obliga a dar a las huellas una forma trapecial, de manera que la planta de la escalera adopta un tramo semicircular, tal como se ve en la figura 105.

Tendremos, pues, desarrollos distintos en la parte exterior y en la interior, llamándose línea de huella la línea imaginaria por donde se supone que se pisa al subir. Se supone que esta línea es la central dibujada. Para no encontrar diferencias entre el tramo recto y el curvo, se da a esta línea en todas las huellas del tramo curvo la misma dimensión que ya tenía en el recto y esta es una condición esencial.

El principal inconveniente de este tipo de escaleras es el cambio brusco que se produciría al cambiar repentinamente de un tramo recto por un curvo. Para evitar esto se procede a una compensación o suavización de peldaños que haga menos brusco el paso de unos a otros.

Por ser interesante, daremos a continuación unos métodos para el trazado de la compensación de tramos curvos.

Trazado matemático

Tracemos en un alzado el desarrollo del rodapié interior, tal como quedaría dibujado en el caso de la figura 105. Así obtendríamos el perfil que se muestra en la figura 106. Sobre la horizontal AB se proyectan las huellas del desarrollo interior, pero solamente las definidas por 1—2, 2—3, 3—4, 4—5, y luego, las 9—10, 10—11 y 11—12. En cambio, las 3—4, 4—5, y hasta la 9—10, se señalan rectificadas.

Sobre la misma figura, con diferente trazo, se dibuja el desarrollo exterior de la curva.

Si unimos ahora las líneas de los mamperlanes de ambos perfiles (1) notaremos que forman líneas quebradas muy distintas y se verá el cambio brusco entre las diferentes huellas. Para obtener fa compensación debida, trazaremos por el punto medio entre R y C una normal a ella. Se toman las distancias RH y CI de longitud igual a las RS, y por estos puntos se trazan nuevas líneas perpendiculares, hasta que encuentren a la trazada por el punto 5. 



Desde los puntos de intersección, tomados como centro y con radio desde ese centro al punto 5 se trazan arcos entre H y 5 por un lado y 5 e 1 por el otro, los cuales nos darán una suavización del perfil, que no es otra cosa que la compensación deseada. Por tanto, la línea quebrada de los mamperlanes la hemos transformado en otra curva de trazado más suave. Prolongaremos, pues, las huellas hasta encontrar esta línea nueva, lo que nos dará en la proyección, la planta de las líneas de compensación. Basta unir estos puntos, llevados a la planta de la escalera, con los de la línea de pisada o de huellas, para obtener el trazado completo de las huellas compensadas. 


viernes, 9 de septiembre de 2011

Construcción y Encofrado de escaleras rectas de dos o mas tramos.

Una escalera de das o más tramos, también llamada escalera de ¡da y vuelta, está constituida de tramos simples, y tal como ya hemos visto en el capítulo anterior separados, por unas losas de cierta dimensión, que se llamas rellanos, descansillos o mesetas. Por tanto, una vez ya descritas las características de que se compone una escalera recta de un solo tramo, sólo destacaremos ahora las disposiciones a tomar para la formación del tablero de la Josa del rellano, ya que todo tramo acabará en dicha losa o comenzará en ella.

Terminación del primer tramo

Lo que aquí describimos como terminación del primer tramo sirve también para todas las terminaciones de tramos ante la lasa del rellano en una escalera de varios tramos, es decir, que se trata de «terminación del tramo inferior».

Como puede apreciarse en la figura 97, todo tramo termina en un elemento de apoyo o de resistencia, por lo que el último escalón está constituido por una viga armada, la viga de la meseta, y el encofrado de esta viga, al hormigonarse de una forma continua, va unido al de la contrahuella correspondiente. 


Comienzo del segundo tramo

En la figura 104 vemos que el arranque del segundo tramo de la escalera apoya sobre la viga de la meseta, con un tablero lateral con igual altura que Ja de la viga, aumentada en un grueso de tabla, que corresponde al tablero de fondo, y disminuida en el espesor de la losa del tramo.

Meseta del tablero

Primero hay que empezar con el encofrado de la viga que sirve de elemento resistente a la escalera en ese punto. El encofrado de esta viga en nada difiere de lo ya descrito para las estudiadas en el capítulo correspondiente a vigas, El tablero de fondo tendrá Ja particularidad de tener dos anchuras desiguales: del lado exterior de la escalera, y correspondiendo al primer tramo, su anchura tiene que enlazar con el tablero de la losa, y del lado interior de la escalera y correspondiendo al segundo tramo, la anchura es la de la escuadría de la viga.

La viga irá apoyada sobre dos puntales con sus correspondientes sopandas, operando como ya lo describimos anteriormente.

Cuando ya tengamos preparado el encofrado de la viga, se procederá al montaje del encofrado de la losa de la meseta, para lo cual remitimos a lector al capítulo de suelos, ya que en nada difiere de aquéllos.

Para apuntalamientos, tornapuntas, embarrotados, zancas, etc., de las losas de los tramos, remitimos al lector al capítulo de escaleras sencillas de un tramo, ya que la losa de la meseta divide a una escalera de varios tramos, en sencillas de un solo tramo. 


Escaleras sencillas de un tramo recto: Estudio previo, encofrado, tablero de zanca, tabla de pie, formación de contrahuellas

Es el tipo de escalera más sencillo (figura 97). Lo más corriente y mejor, es construir la escalera al mismo tiempo que se levantan los muros de caja, si es que va apoyada en ellos, con lo cual los encofrados de los muros terminarán en la formación de cada peldaño y se hormigonará sin interrupción. Si la escalera se apoya sobre pilares, éstos quedan igualmente interrumpidos a la llegada de cada elemento de escalera.



Estudio previo

Como ya hemos dicho, los planos de obra normalmente nada indican acerca de Ja manera de encofrar una escalera, por lo que el encofrador deberá proyectar en cada caso la escalera que se le manda encofrar, comenzando por hacer un estudio de la misma. 

A la vista de los planos del proyecto del edificio, situará sobre el terreno el primer peldaño, número de éstos, características de las huellas y contrahuellas, espesor de la losa, etc.

Con todos estos datos, se traza un dibujo, o se replantea, sobre el muro o tablero lateral, con el fin de encajar sobre él tanto la altura de las contrahuellas como la longitud de las huellas. Este dibujo a tamaño natural se llama montea.

El trazado de las líneas que marcan las huellas y contrahuellas es sencillo, ya que se trata de líneas paralelas.

Encofrado de la losa de escalera

En una escalera sencilla de tramo recto, la losa correspondiente va inclinada, naturalmente, siendo su pendiente la que recibe el nombre de pendiente de escalera. Como suele ser corriente que tipo de escaleras no de grandes anchos, los tableros de losa, cuyas tablas se colocan a lo ancho, van embarrotados con sólo dos barrotes, los cuales descansan sobre puntales, que van también inclinados de manera que formen ángulo recto con los barrotes. En la figura 98 vemos un detalle de una losa y sus barrotes y puntales.

Las tablas de la losa no se cortarán a la medida exacta del ancho de la escalera, sino que habrá que tener en cuenta que en dicho tablero se apoyan los tableros de zanca, que limitan lateralmente el molde de la escalera, con todos sus elementos de apoyo: barrotes, tabla de aguante de píe de la zanca, y los tornapuntas. De manera que si deseamos encofrar una escalera cuyo ancho definitivo sea de 0,80 metros, el tablero de la losa tendrá una anchura total de: 


Presentado el tablero de la losa se procede a su apuntalamiento, que debe ponerse, como ya dijimos, en ángulo recto respecto a aquél. Si no fuese posible, los puntales deberán colocarse con alguna inclinación y, en última instancia, verticales.

Los puntales perpendiculares al tablero deben llevar en su pie un corte oblicuo, con el fin de que apoyen la mayor superficie posible en el suelo, y además colocar tras ellos una tabla clavada al suelo o asegurada a él, para impedir todo deslizamiento. 

 Por la parte superior, o cabeza, se apoyan con un corte normal contra los barrotes, y, además, con dos tablas, se hará una horquilla para abrazar a aquéllos, tal como se ve en la figura 99.

Para impedir el movimiento y la flexión en los puntales, se arriostran con tornapuntas en dos direcciones opuestas, formando las ya clásicas cruces de San Andrés.

Cuando ya tengamos bien fijado el tablero de la Josa de la escalera, con sus puntales, etc., nos dispondremos a colocar y fijar los tableros de zanca, si los hay. Ya dijimos que si la escalera va entre muros, no existen estos tableros, que son los que limitan lateralmente a la escalera. Si va apoyada en un muro por un costado, por el otro llevará un tablero de zanca, y si va montada al aire, necesitará dos de estos tableros


Tablero de zanca

Este tablero lo formaremos con tablas dirigidas en el sentido de la pendiente de la escalera, tal como se muestra en la figura 100. La altura de este tablero tiene que ser la necesaria para que, apoyado sobre el tablero de la losa, sume la altura de ésta y la de las contrahuellas, más unos centímetros.

Por la parte interior, es decir, la que va a estar en contacto con el hormigón, se disponen unas bridas de tal forma que una de sus aristas quede a un grueso de tabla de la superficie vertical de la contrahuella.

De todas maneras, la distancia entre estas bridas será la de una huella, y se disponen tal y como se muestra en la figura 101. Los tableros verticales que formarán la contrahuella o alza de la escalera, se clavan a estas bridas, las cuales no es necesario cortarles a una dimensión prefijada, ya que pueden sobresalir por encima del borde superior del tablero de zanca sin que esto sea un inconveniente.

En cuanto al embarrotado exterior, se disponen unos barrotes que suelen ir normalmente a la dirección de las tablas y a unos 70 cm uno de otro. 


 
Tabla de pie 

Para impedir que el tablero de zanca se desplace fuera de su línea exacta al recibir el empuje de la masa de hormigón, se sitúa, como ya vimos al hablar de los muros, una tabla sobre el encofrado de losa, so bre la cual apoyarán y empujarán ¡os barrotes del tablero de zanca, impidiendo todo desplazamiento. En la fi- gura 102 vemos la disposición de un tablero de Josa con la tabla de pie del tablero de zanca.

Esto en cuanto atañe a impedir el desplazamiento inferior del tablero de zanca. Por la parte superior y para impedir que este tablero vuelque cuando el hormigón empuje, se colocan unos tornapuntas, que van clavados a la cabeza del tablero de zanca y al saliente del encofrado de la losa, que ya hemos dejado dispuesta para este fin. En Ja ya citada figura 102 tenemos asimismo la muestra de unos tornapuntas.

Formación de contrahuellas

Los tableros de contrahuella deben ir cortados a la medida exacta entre los dos tableros de zanca, para «cerrar» el paso a la masa de hormigón. Si la escalera no es muy ancha, bastará con que lleven un solo barrote en el centro, y a que al poner el hormigón en obra, el mismo empuje llevará los tableros de contrahuella a apoyar perfectamente contra las bridas de los tableros de zanca. Otra disposición de embarrotado de los tableros de contrahuella es la que se muestra en la figura 103, en la que pueden verse unos barrotes colocados en los extremos del tablero, o mejor dicho a una distancia de un grueso de tabla del mismo, para que puedan encajar debidamente en las bridas del tablero de zanca.

Cuando sólo tenemos un tablero de zanca y por el otro costado de la escalera existe un muro, entonces se debe disponer un tablón o tabloncillo de sobrezanca, al cual irán suspendidos los tableros de contrahuella.

Si la escalera es de una anchura considerable, al hormigonar, los tableros de contrahuella estarían expuestos al empuje de aquél, y podrían producirse flexiones, feas «barrigas» de difícil corrección, por lo que se debe colocar una tabla central con bridas y tirantes, para proporcionar a los tableros de las contrahuellas un nuevo apoyo.

Encofrados de escaleras y su clasificación.


Tal vez sean las escaleras los elementos de obra donde el encofrador encontrará más dificultades, ya que existe cierta complejidad de formas y en los proyectos de edificación nada se prevé a tal caso. Será, pues, el mismo encofrador el que ante un sencillo plano de una escalera, con sólo las dimensiones que debe tener la obra terminada, sin más detalles acerca de la misma, quien «ingenie» la forma más adecuada para obtener un buen molde que satisfaga las necesidades de la obra. Será él, precisamente, quien proyecte el encofrado, lo prepare y lo disponga en obra, con sencillez, economía y fácil ejecución.

Naturalmente, no todas las escaleras encierran la misma dificultad de encofrado. Las hay desde muy sencillas, hasta muy complicadas, recorriendo toda la gama entre una y otra. Así, las escaleras de un solo tramo recto, para dar acceso a sólo dos alturas diferentes, sin ningún quiebro, tal como se representa en la figura 98, es sencilla de encofrar. En cambio, una escalera de tramo curvo, con escalones compensados, etc., es más complicada.

Para una mejor descripción, recorreremos toda la gama de los diferentes tipos de escaleras.

Clasificación

Los dividiremos en dos grandes grupos: escaleras rectas o de tramos rectos y escaleras curvas. Si el lector encontrase el problema, muy poco probable, de tener que encofrar una escalera mixta, compuesta de tramos rectos y curvos, bastaría reducir cada tramo, por separado.


Las escaleras pueden ir montadas, apoyadas sobre muros por ambos costados, en cuyo caso el encofrado se limita a la formación de contra- huellas o alzas; apoyadas en un muro por uno de sus lados, y entonces, por el otro lado libre, deberá llevar un tablero llamado de zanca, para poder fijar sobre él los tableros de contrahuellas; y escaleras montadas al aire, es decir, sin apoyo alguno, en el cual deberá llevar dos tableros laterales o de zanca. 


Encofrados para suelos de plantas: Otros Tipos de Suelos.


Suelos con nervios y relleno
Se trata de un sistema de nervios o viguetas armadas, con separaciones entre sí de unos 70 cm, El espacio que queda entre estas viguetas se ocupa con elementos ya prefabricados que no hay más que ir colocando sobre el encofrado, de manera que dejen el hueco donde se va a hormigonar los nervios. Estos elementos prefabricados suelen ser piezas cerámicas de muy diversas formas, muy aligeradas, ya que no constituyen la parte resistente del suelo, sino precisamente la carga que han de soportar las viguetas o nervios, ladrillo, piezas fabricadas con materiales de poco peso, etc.

El encofrado para este tipo de suelo es un tablero sencillo, como el que ya hemos descrito en suelos de lasa de hormigón armado, y a él remitimos al lector.

Cubriendo las piezas de relleno, se extiende una capa, llamada capa de compresión, de unos 4 a 6 cm.

Suelos de ladrillo armado
En este tipo de suelos, las viguetas no son de hormigón armado, sino de ladrillo o piezas cerámicas adecuadas. Por un hueco de estas piezas, expresamente hecho para este fin, pasa la armadura calculada para resistir los esfuerzos de tracción que se presentan en las losas, mientras los esfuerzos de compresión corren a cargo de las piezas o ladrillos y de una capa de compresión que los recubre, construida por una losa de unos 5 cm de hormigón. Entre las viguetas así formadas por los ladrillos y las armaduras, se colocan piezas cerámicas adecuadas y que ya presentan en su parte inferior unos rebajes o retallos, según el tipo de piezas empleado en la construcción de las viguetas, para que su apoyo sobre éstas sea perfecto.

Este tipo de suelos no necesita encofrado, sino simplemente algunos apeos. Para ello bastará con que el lector repase la parte de arristramiento ya citada en alguno de los casos anteriores.

Sueles con viguetas prefabricadas
Este tipo de suelos suele ser muy corriente en la construcción moderna, por la rapidez de su montaje, ya que, además, no se pierde tiempo en el fraguado de las piezas de hormigón que lo constituyen, ya que esto se ha efectuado ya fuera de obra.

Está constituido por unos nervios de hormigón armado, previamente tensado o no (viguetas de hormigón pretensado, cuyas armaduras han sido tensadas en taller, lo que permite mayor economía de hierro y mejor trabajo en obra), que se encuentran en el mercado (hay actualmente muchas industrias dedicadas a tal fin, fabric6ndose distintos modelos de viguetas) y que se van sencillamente colocando en obra a distancia entre 50 y 70 cm y se cubren los huecos con piezas cerámicas o de otra índole también prefabricadas. Como puede verse, es un sistema rápido y económico. No se necesita encofrado para el mismo.

martes, 30 de agosto de 2011

Encofrados para suelos de plantas: CASETONES.


Los casetones pueden tener las formas más complicadas, desde simples paralelepípedos a cilindros o troncos de cono o de pirámide y hemisferios (figura 95). La única preocupación a tener en cuenta en el molde, es la de no hacer completamente verticales las paredes laterales del molde a fin de facilitar su extracción en el desencofrado (figura 96).

Al montarse eJ encofrado, los moldes de los casetones se colocarán bien alineados, valiéndose para ello de cordeles. Lo mejor es dibujar los bordes de las vigas que se cruzan en el tablero, y clavar los casetones en su sitio lo más exactamente posible. Las puntas se clavaran lo menos ircHnadas que se pueda, para que al desencofrar se desprendan más fácilmente del tablero.

 Figura 95




 Figura 96

Encofrados para suelos de plantas: TECHOS ARTESONADOS.

Cuando un techo se apoya en vigas en dos o más direcciones que se entrecruzan, obtenemos el techo casetado. Su encofrado, si se hiciese siguiendo los procedimientos anteriormente descritos, o sea, a base de enco frar cada viga separadamente y recortar las tablas en cada encuentro, el trabajo sería ímprobo y los desperdicios excesivos. Por lo que es aconse jable partir de otro principio: se considera el techo como una losa apoyada por todos sus contornos y aligerada por los casetones o artesones. 

Considerado así, el encofrado de esta clase de techos resulta sumamente fácil: basta construir un tablero liso, como para una losa, convenientemente apeado. Sobre este tablero se clavan los moldes de los casetones, previamente montados en taller (figura 94).



Figura 94
 

Formas de encofrar suelos de plantas.


 Las losas que constituyen el suelo tienen en este caso poco espesor:

Unos 8 cm, por lo que su peso es bastante ligero. Por ello no es difícil ver obras de este tipo en que el encofrado de las losas va suspendido de las mismas viguetas, ahorrándose una buena cantidad de madera de apeos, arriostramientos, etc. Dos son, pues, las formas de encofrar un suelo forjado de hormigón armadç: con encofrado que se apoya en el suelo ¡nferior, tal como hemos visto anterIormente, y con encofrado colgado de las propias viguetas.

En el primer caso, se opera tal y como ya se ha explicado anteriormente, teniendo aquí la precaución de situar los tableros dos o tres cent(metros por debajo del ala inferio.r de la vigueta con objeto de darle a ésta una protección de hormigón contra el peor enemigo de ella: la herrumbre. De esta forma, además, las viguetas quedan dentro del cuerpo de hormigón, consiguiéndose cielos rasos lisos y uniformes.

Para encofrar un forjado suspendiendo los tableros de las viguetas de hierro, la operación es algo más complicada.

Nos hará falta montar un caballete en el centro de lo que va a ser forjado, y apoyándose en él y en los tableros laterales del encofrado de muros o las carreras de los tableros laterales de las vigas, y en dirección normal a las viguetas, iremos colocando los listones sobre los cuales se apoyarán las tablas. Estos listones, que se colocan perpendicularmente a las tablas y a unas distancias entre sí de unos 6O cm, se suspenden mediante tirantes de alambre, mientras que por los extremos se van apoyando en el caballete, por un lado, y en las carreras de los laterales de vigas o de encofrados de muros, por el otro.

Después de haber dispuesto el enlistonado, y para «base de operaciones», se montan ya algunas tablas del encofrado, desde donde puedan trabajar más seguros y mejor apoyados los encofradores. Puede procederse después a colocar debajo de cada vigueta y ya debidamente atirantada, una tabla, con lo que tendremos un sistema de tablas atirantadas en su debida posición para servirnos de guía en el resto. Para llevar los listones y tablas a su posición final, bastará con ir acuñando los tirantes de alambres en los que van suspendidos aquéllos.

En la figura 93 se muestra un encofrado para un forjado de hormigón armado. 

 Figura 93

RIOSTRAS, TRABAJO DE DESENCOFRADO y FORJADOS DE HORMIGON en Encofrados para suelos de plantas:

RIOSTRAS
Se pondrán cruces de San Andrés, para evitar que los puntales pandeen en cualquier dirección. Se utilizan tablas. Para mayor seguridad, este arriostramiento se dispondrá de forma que queden unidos, pr las cruces de San Andrés, los puntales en das direcciones perpendiculares, es decir, en dos filas de distinto sentido.
 


TRABAJO DE DESENCOFRADO
Es muy conveniente que esta labor, que es más delicada de lo que aparentemente parece, puesto que de ella depende el buen uso y conservación de la madera, capítulo no despreciable en el costo de una obra, la realicen los mismos operarios que efectuaron el encofrado. El que encofra y tiene luego la misión de desencofrado ya procurará disponer aquél de manera que no le reporte problemas a la hora de efectuar éste.
 

La primera operación es la de quitar las cuñas de los puntales, quitar éstos y después las viguetas. Estas saldrán perfectamente después de retirar las carreras de tabla que llevan los encofrados de las vigas y sobre las cuales se opoyan las viguetas. Quitadas éstas, se procede a continuas ción a la retirada de las costillas y después la de las tablas del encofrado de la losa. 

Durante todas estas operaciones, se habrán ¡do quitando los clavos de la clavazón antigua, los cuales se van amontonando, ya que muchos de ellos podrán ser utilizados de nuevo, bien conforme se van sacando o enderezándolos, operación ésta que corre a cargo de un aprendiz. 


La limpieza de las tablas antes de su almacenaje de nuevo, es operación que no debe olvidarse. No hay que olvidar que el hormigón que queda en las tablas se irá endureciendo a medida que pasa el tiempo y que para ello, cuanto antes se desprenda de las tablas, tanto más fácil será el trabajo.



FORJADOS DE HORMIGON
Se llaman forjados de hormigón armado a un sistema formado por viguetas de hierro de doble T y losas de hormigón cubriendo los huecos formados por aquéllas, que van colocadas paralelamente a una distancia de 0,80 a 1 m. Las losas de hormigón armado se apoyan en las alas inferiores de la doble T. Las viguetas son las encargadas de soportar las cargas del suelo.
 

Encofrados para suelos de plantas: APUNTALAMIENTO.


Para apear los encofrados de las losas de hormigón, se utIlizan idénticos puntales que. para los de las vigas, ya descritos. Son, pues, rollizos con diámetro alrededor de los 10 cm, lo más derechos posibles. Si hay que empalmar dos trozos para conseguir la altura deseada, se tomarán las medidas ya descritas en el capítulo de encofrados de vigas.

Los puntales no sostienen directamente el encofrado de la losa, sino que lo hacen a través de las viguetas. 

Para ello, en las cabezas de los puntales se dispone un trozo de tabla, de 30 a 40 cm de longitud, las cuales se clavan a aquéllos. Se debe colocar un puntal cada metro o metro y medio, lo cual depende, naturalmente, del peso de la losa que debe soportar. Se puede, incluso, calcular, como hicimos ya anteriormente, el número de puntales a disponer en un encofrado, conociendo las cargas que deben soportar, ya que sabremos el tipo de losa que se va a colocar en obra y, por lo tanto, su peso propio, al cual habrá que añadir las otras cargas, tales como el peso del tablero, viguetas, costillas, etc., más el que se produzca durante el hormigonado (hombres, carretillas, etc.).

Los puntales no deben cortarse a la medida exacta, es decir, teniendo como base la del suelo y como altura la que hay hasta la vigueta sobre la cual empuja la brida. Esta medida se tomará algo menor, para proceder al acuñado de los puntales, labor ésta que luego facilita el desencofrado. 

Las bridas de los puntales se clavan a las viguetas antes de quedar el puntal con sus cuñas.

Encofrados para suelos de plantas: APOYO DE LOS ENCOFRADOS DE LOSAS


En la figura 92 se muestra la forma en que los encofrados de la losa llega hasta el borde exterior de pilares y vigas, pero no se asienta sobre los encofrados de éstos. Es, pues, un arranque lateral de estos tableros el que se dispone. Lo mismo sucedería en el caso en que la losa se apoyara en muros de hormigón o fábrica. No descansaría sobre aquél, sino que el tablero ¡ría adosado al de aquél.

Esta unión lateral debe cuidarse en extremo, ya que si se hace de un modo defectuoso, por la ranura que quedase se colaría el hormigón, con las consiguientes consecuencias, tanto en la bondad del hormigón a obtener como en el perfecto acabado de la obra.

 Figura 92

Encofrados para suelos de plantas: TABLAS CORTAS.


Como es natural, no siempre se dispondrá del número suficiente de tablas con la adecuada medida para poder ser puestas en obra. Frecuentemente sucederá que tendremos que empalmar algunas tablas para conseguir la longitud deseada. No hay inconveniente en ello, siempre que esta unión de dos tablas se haga de forma que sus testas estén bien unidas y que esta unión se haga sobre una costilla, nunca en el van entre éstas.

Como este empalme de las tablas cortas, será, tal vez, frecuente en un mismo tablero, es muy conveniente alternar estas uniones, es decir, procurar que no caigan sobre una misma línea, la formada por la costilla, sino que es mucho mejor que estén formando un escalón.

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