sábado, 9 de abril de 2011

Muros agrietados.

Las grietas o rajaduras en los muros pueden tener varias causas, como el uso de  materiales de mala calidad, la construcción defectuosa, la estructura deficiente, con pocos muros confinados en las dos direcciones, o la cimentación no adecuada en suelos blandos o sueltos. Si tu vivienda ha sido mal construida y tiene algunos de estos defectos, es posible que cuando ocurra un sismo ocurran muchas fallas en sus elementos.

Grietas más frecuentes en los muros de las viviendas de ladrillo.


viernes, 8 de abril de 2011

Terremotos.


También fenómenos endógenos, son los conocidos por sacudidas sísmicas, que según lo más o menos alejada que la construcción esté de su epicentro, causan a la misma desde ligeras grietas hasta la ruina total de la obra.

Pero los técnicos —y es especial ahora en las bombas atómicas y de hidrógeno— coinciden en afirmar que es el hormigón armado quien más resiste a estas vibraciones telúricas: pues se sabe por experiencia la diferencia y el comportamiento que hay entre un edificio de estructura de hormigón armado y otro de fábrica de ladrillo, pues mientras el primero aguanta bien la sacudida, el otro se derrumbó por completo.
En España, poca experiencia tenemos de edificios afectados por terremotos, y si algo hubo, fue tan insignificante que en materia constructiva no mereció la pena ocuparse de ella, ya que, en todo caso se reducirían a pequeñas grietas y fisuras fáciles de reparar con un buen mortero; y en el peor de los casos en las que el subsuelo haya cedido algo, bastará con aumentar la base de la cimentación, encadenando, si fuera menester, algún muro desplazado.

En España no tenemos, afortunadamente, experiencia sobre terremotos, pero valgan las presentes líneas como grito de alerta caso de que contra las bombas atómicas y de hidrógeno, se descubra algún material verdaderamente eficiente contra los poderosos estragos de las mismas.

DRENAJES: Impermeabilización de Cimientos.


En los terrenos ya construidos, es decir: en aquellos solares o parcelas en las que al edificar no se tuvo en cuenta la contingencia de humedades, la técnica más aplicada al caso es la del avenamiento, la cual consiste en dar salida a las aguas que se estancan alrededor de la construcción.

Estas aguas pueden tener (como ya hemos dicho) dos procedencias: de aguas de lluvia que caen sobre el terreno y que debido a la poca pendiente de éste, fallos o permeabilidad, quedan estancadas alrededor del edificio, o bien de aguas subterráneas que existan en el terreno.

Tanto en un caso como en otro, si el agua corre sobre una capa impermeable (por ejemplo de arcilla) y la construcción en su parte más baja queda a un nivel inferior a esta capa (por existir sótanos) es necesario que se canalicen estas aguas bien dando pendiente natural al terreno, para que se alejen o conduciéndolas hacia un pozo.

Puede ocurrir que la capa impermeable de terreno, por donde se desliza el agua, sea horizontal (fig. 178) o en ladera (fig. 179) más alta que el  asiento del cimiento (fig. 178), o bien más elevada por un lado y más baja por el otro (fig. 179) debida a la pendiente de la ladera.

Figura 178




Figura 179


En el caso de la citada figura 178, lo más recomendable es hacer un pozo absorbente a donde se conduzcan las aguas mediante una tubería dren, cuyo colector de recogida se coloca entre unas piedras que hacen de filtro, como puede apreciarse en la figura 180.


En cambio, para el caso de la figura 179, las aguas pueden recogerse mediante un canal en la parte alta de la ladera y de forma que este canal sea parcialmente absorbente, y con conductores laterales que conduzcan las aguas a puntos del terreno más bajos que los cimientos, lo cual será fácil de realizar debido a que el terreno es en ladera. En la figura 181 represen tamos gráficamente este sistema.

Figura 180


Figura 181

Si la construcción queda aislada o sea circundada por parte del solar libre y asimismo en el interior del recinto de la construcción, mientras no se haya cubierto la primera planta, deberá disponerse el terreno de forma que existan pendientes y puntos de circulación de agua con fácil salida al exterior, en evitación de que se formen charcos. Con respecto a los cimientos, se procurará que, en su parte de contacto; con las tierras y en especial en el perímetro exterior, reúna las máximas garantías de impermeabilidad. A este efecto, en el momento de abrir las zanjas éstas se harán de anchura superior a la del relleno, lo suficiente para que desciendan las aguas. La zanja que quedará libre una vez construido el cimiento se rellenará con piedra y grava (fig. 182) con el fin de que el agua caiga fácilmente al canalillo de recogida evitándose así la humedad que con el contacto de las tierras empapadas sería transmitido al cuerpo del cimiento. También puede lograrse este objeto construyendo un tabiquillo vertical revocado y enlucido, algo separado del cimiento dejando así una cámara de aire (fig. 183). 

                                                 Figura 182                                 Figura 183

jueves, 7 de abril de 2011

Agentes Químicos que Atacan los Cimientos.


Los componentes básicos del cemento artificial portland, son la cal, la sílice y la arcilla. Candat ha completado esta cifra con el óxido de hierro, magnesio y anhídrico sulfúrico. El cemento Portland se vuelve más impermeable si fragua bajo agua. De aquí que se recomienda llenar los depósitos de agua construidos en hormigón a los pocos días de terminada la construcción de los mismos. Esta impermeabilidad no es debida a la ausencia de poros, como puede suponerse, sino al agua que al filtrarse por los poros finísimos del hormigón, va depositando poco a poco pequeñas cantidades de sales cálcicas insolubles, que terminan por llenarlas casi por completo. Este fenómeno, naturalmente más acentuado con aguas muy calizas, tiene efecto, aun con las aguas tan puras de Madrid, normalmente en un período de quince a veinte días.
Por lo tanto y dada la característica principal del cemento, eligiremos a éste como aglutinante único en toda clase de cimentaciones expuestas a humedades, .ya que por sí mismo opondrá resistencia a las fuerzas capilares.

Pero como en toda composición química, el cemento en contacto con otras sustancias puede producir reacciones tan violentas que, alterando totalmente sus propiedades lleguen incluso a anularle por completo. El suelo está lleno de sustancias que antes de edificar convendría analizar y ensayar. Afortunadamente, son poco frecuentes los casos que se dan de que un agente químico haya atacado a una cimentación; pero como son perfectamente reconocibles, convendrá tenerlas presentes cuando iniciemos la primera fase de una construcción.

A estos elementos, digamos precisos, los señaló Mazzocchi como <<Los enemigos de portland>> y aunque dejaremos a un lado los detalles técnicos, más propios de un tratado especializado pasaremos a enumerarlos, ordenándolos como disolventes, disgregantes, destructores, nocivos o simplemente como diminuidores de la resistencia mecánica de hormigones y morteros.

Las aguas dulces.
El agua químicamente pura.
Las aguas potables ordinarias que contengan bicarbonatos.
Las aguas selenitosas.
Las aguas marinas.
Las lejías de sosa.
Las aguas amoniacales.
Las aguas pantanosas.
Las salmueras.
Las soluciones azucaradas.
Los ácidos en general.
Las sales ácidas.
El humus.
Las materias grasas.
Los aceites minerales.
Los aceites vegetales.
Los aceites animales.
El cloruro de calcio.
Las sales de magnesia.
El hidrógeno sulfurado.
El gas del alumbrado.
Las aguas sulfuradas gaseosas.
Las aguas ricas en ácido carbónico.
Y en general los líquidos a alta temperatura.
Es muy posible que, ante tales agentes nocivos para el cemento, el entusiasmo de muchos decaiga un poco o les haga tomar exageradas precauciones que sólo encarecerían el costo ya elevado de una cimentación. Si bien es cierto que no nos cansaremos de repetir que en España se descuida bastante el acto de reconocer el terreno antes de echar en las zanjas la primera tongada de hormigón, también es cierto que esto no sucede con frecuencia, pues en más de veinte años de práctica constructiva sólo conocemos un caso en el que por la acción de las aguas selenitosas toda la cimentación se descompuso, de tal forma que fue necesaria su inmediata sustitución. Caso que creemos merece la pena mencionarlo. Fue como sigue:
Ya habíamos <<cubierto aguas>> y realizado el enfoscado de las fachadas de un importante edificio cuando a los cinco o seis días de haber sufrido una lluvia torrenoial comenzaron a surgir grietas por todas las paredes y manchas de humedad que ascendían por capilaridad, lo que dada la sólida y cuidada estructura de la edificación, aquello era francamente imposible que así sucediera.

Anteriormente a esto, observamos que a unos 30 centímetros de la rasante del terreno, se había dado con una roca de aspecto grisáceo, de la cual teníamos la sospecha de que fuera un yacimiento de yeso (sulfato de cal). Consultado con el director de la obra sobre la piedra en cuestión, éste aseguró que, no obstante hallarse presente el sulfato de cal, ello no constituía peligro alguno, debido a su mínimo tanto por ciento y que se podría continuar la obra tranquilamente, cosa que así se hizo hasta que surgieron las grietas aludidai
Realizadas unas cuantas calas, el hormigón de la cimentación no podía presentar aspecto más desastroso. El hormigón se desmoronaba al tacto y su aspecto era el de la miga de pan mal tocido, después de haberle sobado con exceso. Cemento y arena habían desaparecido y en su lugar había una masa de igual valor a la piedra donde se apoyaba la cimentación, cuya desagradable olor recordaba e! yeso negro.

¿Orígenes?, muy sencillo. El agua de lluvia, al entrar en contacto con el terreno, francamente yesoso, dio lugar a la formación de aguas selenitosas, las cuales tienen una acción disgragante notable sobre los cementos portland; penetrando en la masa de cemento, determinan la formación del sulfato cálcico, que se une a la alúmina para dar lugar, con aumento de volumen, a un compuesto cristalino.
¿Reniedios? Cimentar con cemento portland. tipo V de U.S.A. metalúrgico de alto horno, aluminoso y puzolánico, o sobresulfatado. Pero como estos cementos o son muy costosos o de difícil adquisición, se ideó una protección acompañada de drenaje <<idren>> en el argot constructivo) que, encauzando las aguas pluviales, las alejara de la cimentación. Todo lo cual (fig. 177) consistió en:


1.° Una solera de carbonilla y ladrillo en seco.
2.° Excavada la correspondiente zafia a un lado y otro de la cimentación, se chaparon con ladrillo macizo los costados tanto de la cimentación como del terreno.
3.° Esta especie de caja se enfoscó con tierra refractaria y cemento de dosificación 1: 3.
4.° Una vez seco el enfoscado, se le dio una mano de pintura asfáltica a la que siguió otra de otro producto, también asfáltico, pero mucho más denso y el que, para poder hacerlo manejable, se diluyó un poco en gas-oil.
5.° Se rellenó con grava gruesa (morrillo) la caja anteriormente citada, cuidando de que las piedras tuvieran todas el mismo tamaño, al objeto de obtener la mayor proporción de huecos posible para que las aguas se deslizaran con el menor impedimento.
6.° En su parte superior se construyó una acera para evitar infiltraciones; y
7° A todo esto se le dio una estudiada pendiente de un 2 por 100 colocándose arquetas de salida en los sitios estratégicos, con lo que se dio por terminada la operación a satisfacción de todos.  

Figura 177

Y esto, amables lectores, que fue sólo una experiencia, nos sirvió de tan buena lección que, en lo que a nosotros respecta, jamás volvimos a tropezar con ningún otro caso, aunque si bien pusimos todos los medios a nuestro alcance para saber con qué clase de terrenos teníamos que vérnoslas cuando nos encargaban la dirección de una obra cualquiera.

miércoles, 6 de abril de 2011

Tratamiento Electro-Osmótico contra la Humedad en Construcciones.


En la lucha que contra la humedad se viene practicando en todo el mundo cabe destacar los ensayos realizados en Suiza y Holanda a tal respecto. El tratamiento electro-osmótico (patente Ernst) fue ideado en Suiza y tiene la enorme ventaja de que se puede instalar en un edificio completamente terminado y que los gastos de su funcionamiento son complemente nulos.

El invento está basado en la electricidad, pues según los ensayos suizos se ha comprobado que, en el subsuelo donde se apoyan los cimientos de un edificio cualquiera y los muros al nivel del suelo hay una diferencia de potencia eléctrica de 10 a 100 milivoltios, diferencia que depende de su constitución: humedad, elementos químicos, etc.

El sistema Ernst (fig. 176) consiste en que dentro del muro se introduce un alambre de cobre que actúa como conductor horizontal, el cual por medio de tomas de tierra de un metal distinto clavado en el suelo, crea una polaridad inversa a la anterior (polo positivo en el muro, polo negativo en el terreno) estableciéndose una dirección inversa de la humedad a las del efecto capilar. No es preciso, al menos hasta el momento, una fuente de energía eléctrica, por lo que no hay que considerar gasto alguno de funcionamiento.

Figura 176

La colocación de los alambres de cobre, de 4 a 5 mm de diámetro se hace en el muro en el que previamente se han hecho unas pequeñas rozas que penetran en el interior del mismo y a una distancia, entre sí de 50 cm.

Todo el edificio puede rodearse con una tupida red, unida a profundas y numerosas tomas de tierra.
En líneas generales, éste es el sistema electro-osmótico que actualmente es aplicado por un número determinado de casas especializadas.

IMPERMEABILIZACION: Barreras Anticapilares.


Si antes de empezar una obra no se tuviera la precaución de proteger de humedades el edificio, es muy posible que ésta absorbida por la cimentación comience su ascensión capilar por los muros, cosa que es fácil de evitar dada la técnica y los materiales que, a tales efectos, existen en el mercado.

Una solución sencilla sería construir los cimientos con piedras densas y duras que, al no ser porosas, no dejarán ascender la humedad; pero como no siempre se tiene a mano esta clase de piedra, en la práctica se sustituyen por la caliza, pero sin resultado alguna por la porosidad de la misma.

Otra solución más aconsejable es la de construir una verdugada formada por tres o cuatro hiladas de ladrillo recibidas con mortero impermeable (1 : 1) y que rodeen todo el perímetro del edificio, o bien hacer una verdugada de hormigón impermeable.

Pero la solución más racional para evitar las humedades capilares consiste en establecer verdaderas barreras anticapilares, en los muros, formadas por capas de asfalto fundido, chapas de plomo, o bien capas de mortero impermeables. Este último sistema sólo es recomendable cuando el terreno en que se apoyan los cimientos es muy firme y no existe el peligro de pequeños asientos que, aunque no pongan en peligro la estabilidad de la obra sí producirían fisuras en la capa de mortero impermeable, por donde se introduciría la humedad. En cambio las capas de asfalto fundido o plomo, gracias a su elasticidad o maleabilidad, no son afectadas por estos movimientos. En las figuras 172 y 173 presentamos dos formas sencillas de formar estas barreras, la primera mediante una capa de plomo, un poco más alta que el nivel del terreno y la segunda con dos capas de betún asfáltico, distanciadas una de otra un metro, para mayor seguridad al establecer una doble barrera.

                                                     Figura 172                          Figura 173


Figura 174

La elección de uno y otro sistema dependerá de la importancia que pueda llegar a adquirir la humedad procedente del terreno. Los materiales más utilizados para formar estas barreras son el plomo y, sobre todo, telas y fieltros bituminosos.

Otro sistema de protección contra la humedad, consiste en confeccionar los cimientos con hormigones y morteros hidrofugados, o sea, a los que se ha añadido, en el agua de amasado, aditivos impermeabilizantes. 

Figura 175

Las figuras 174 y 175 son dos ejemplos de impermeabilización de cimientos.
En la figura 174 el orden de ejecución de trabajos sería (véanse números en figura).

1. Hormigón hidrófugo en cimientos.
2. Muros de hormigón en masa, impermeabilizados hasta treinta centímetros sobre rasante del terreno.
3. Pedraplén anticapilar.
4. Losa de hormigón hidrofugado.
5. Muros sobre rasantes, muros interiores, pilares, tabiques, etc., sin impermeabilizar.

martes, 5 de abril de 2011

Humedad de Obra.

Toda obra efectuada según el sistema tradicional de construcción no sería posible sin su vehículo acuoso; todos los morteros se amasan con agua; gravas y arenas necesitan lavados previos; toda obra cocida tiene que colocarse mojada; los hormigones necesitan riegos durante su fraguado, lo que nos da un elevado porcentaje de humedad en el momento que el albañil termina su tarea, habiéndose calculado que 1 metro cúbico de fábrica de ladrillo recién terminado contiene de 130 a 230 litros de agua.

Por esta razón el material que ha de integrar el relleno de zanjas, lo hemos de estudiar y elegir con cuidado.

Descontando de antemano el yeso y, si es posible, también la cal, por ser buenos conductores higrométricos, sólo nos queda el cemento (y en casos muy concretos de sequedad el ladrillo) y dentro de su gran variedad de clases, el cemento o supercemento artificial tipo Portland.

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