Es frecuente que al hacer una excavación más o menos profunda haga su presencia el agua. Esto sucede cuando se llega a una cota inferior del nivel freático, y es entonces cuando no sólo se hace necesaria su extracción, sino que la misma debe ser continua hasta que los orificios por donde pase el agua sean tapados convenientemente.
Uno de los procedimientos más utilizados es el agotamiento mediante bombas en caso de que las filtraciones sean pequeñas y fluyan de forma regular, en cuyo caso el agotamiento deberá ejecutarse sin interrupción alguna. Sin embargo, este método no es aconsejable cuando se trate de suelos de composición arenosa, pues si ésta es fina existe el peligro de que sea absorbida por la propiabomba, produciéndose una subpresión hidráulica, lo que puede dar lugar a la formación de arenas movedizas.
Si antes de proceder a la excavación o vaciado de un terreno para cimentación, de los sondeos preliminares sacamos la conclusión de que a cierto nivel del subsuelo existe agua que conviene extraer, se emplean los tubos sonda a que nos referimos, los que, en su parte interior, llevan para la protección de los orificios una tupida tela metálica que hace las veces de filtro; y en la parte superior, conectado al tubo de aspiración, una bomba de agotamiento.
Toda operación de agotamiento deberá ser vigilada, no sólo durante la construcción de la cimentación propiamente dicha, sino algún tiempo después.
Figura 52.
Para sacar el agua es muy recomendable hacer un pozo de toma o sumidero, que se irá profundizando a medida que se continúa con la excavación (fig. 53), a cuyo lugar deberá ser dirigida el agua mediante pendientes apropiadas.
Una cuestión importante es elegir bien la situación de los pozos de agotamiento.
El número de éstos variará con arreglo a la extensión e importancia de la obra y de las facilidades con que se cuente para la evacuación del agua. En cuanto a su situación, una norma general (salvo excepciones que teóricamente no son previsibles) son las esquinas o ángulos del edificio a construir. Los pozos deberán tener una sección de unos dos metros en cuadro por 1'20 de profundidad, aproximadamente, por debajo del nivel de los cimientos.
Para profundidades mayores de los 7 metros, que es prácticamente la altura máxima de operación de las bombas, se colocarán las mismas por debajo de la rasante del terreno y por encima de la capa freática. De este modo el agua llegará hasta la boca de descarga por efectos de impulsión, en cuyo punto se realiza el desagüe mediante zanjas o tuberías.
Las bombas más frecuentemente usadas son las de diafragma (figura 54), accionadas a mano o con motor, y las bombas centrífugas (figs. 55 Y 56).
Indudablemente que la más aconsejable para esta clase de trabajo es la bomba centrífuga, cuyas dimensiones dependerán del volumen de agua a elevar. Suelen estar provistas de un tubo de succión extensible mediante prensaestopas, y provisto de una válvula de pie. El prensaestopas permite alargar el tubo de succión sin dificultad a medida que se va profundizando el pozo. Hay que disponer de las cadenas o cables necesarios para que, fijados estos amarres junto a la bomba, se pueda trasladar con alguna comodidad. Debe tenerse especial cuidado en que las juntas del tubo de succión sean perfectamente impermeables, para lo que se utilizarán anillos de goma.
Hay alguna ventaja en colocar la bomba algo desviada del pozo con objeto de que la boca de éste quede lo más despejada posible. Parte del rendimiento de la bomba se pierde por rozamiento del agua en los codos, pero la pérdida es menor que la utilidad que reportan. Los codos deben tener un radio lo más amplio posible. Las bombas centrífugas (como se ha dicho anteriormente) pueden elevar el agua hasta los 8 metros de altura, pero cuando dan su máximo rendimiento es en la comprendida entre los 2 y 2'50 metros.
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