viernes, 11 de noviembre de 2011

Encofrado de piscinas.


Las piscinas no son más que depositos de agua, tanto si son de planta rectangular, poligonal, de riñon, etc. 
Varía La forma de la solera de fondo, por darse generalmente a las piscinas distintas profundidades para los lugares de nadadores y no nadadores, lo que obligará a recortar las tablas de las paredes de manera que se adapten a la configuración de la solera.

En muchos casos, las paredes sólo requerirán el encofrado interior, sirviendo de exterior el propio terreno recortado. La figura 140 nos ofrece el ejemplo de encofrado de las paredes de una piscina.


 Encofrado de las paredes de una piscina

lunes, 7 de noviembre de 2011

Encofrados depósitos de sección poligonal.


Los depósitos que no son circulares, pueden tener cualquier otra sección transversal: cuadrada, rectangular, la de un polígono regular, etc

En realidad, aunque variando algo en sus dimensiones, son como aplicaciones de encofrados de paredes y muros, que ya hemos descrito en el capítulo correspondiente.

Sobre la solera del fondo, replantearemos las paredes del muro, tal como lo hacíamos anteriormente, y clavaremos o fijaremos las tablas de aguante de pie de muro. Los tableros serán como los ya descritos en encofrados de muros.

Encofrados depósitos de forma circular: Trazado, puesta en obra, apuntalamiento.


Sobre la base o cimiento de hormigón, se procederá al replanteo de las dos superficies, interior y exterior, del depósito a encofrar. El diámetro de esta circunferencia exterior, a efectos de encofrado, será:

Diámetro del depósito + dos espesores del muro del depósito + dos gruesos de tabla.

Para darles forma circular a las tablas de encofrado, también se emplean aquí las piezas llamadas camones de que ya hablábamos al describir los pilares de sección circular. 

Trazado de una circunferencia mediante cuerdas y flechas
Toda la dificultad del problema del trazado de los camones estriba en su replanteo. No podemos extender sobre el suelo una superficie formada de tablas y sobre él replantear una circunferencia, para más tarde recortarla y que nos sirva de camón o guía para el molde de un depósito. Estas gulas, estos camones, hay que obtenerlos con trozos de circunferencia, de manera que al unirlos todos, tengamos formada aquélla.


Para ver cómo solucionamos el problema, examinemos la figura 136. En ella, trazando un diámetro AOM y una cuerda perpendicular, BC, se tiene, en virtud de cierta propiedad geométrica, llamada «potencia de un punto respecto de una circunferencia»:

ADDM=CD^2

y poniendo en lugar de estas letras los valores geométricos que representan, llamando f a la flecha AD y R al radio correspondiente, siendo c la mitad de la cuerda BC,


Como puede verse, se obtendrán dos valores para f, según se tome un signo u otro. Pero sólo uno de ellos es el válido, el que se obtiene con el signo —, pues el otro da el valor de DM, que no nos vale.
Así, pues, tendremos que





Esto nos da el valor de la flecha en función del radio de la circunfe rencia y de la cuerda o semicuerda c. 

Podemos sacar buen provecho de esta propiedad para el fin que perseguimos.

Supongamos, figura 137, que sobre un tablero de las dimensiones del a-b-c-d, queremos trazar un arco de circunferencia de radio R, que nos va a servir de camón para una determinada obra. Ya tenemos el dato principal, el valor de R. Supongamos que vale 2,00 metros.

Comenzaremos por medir una cuerda, la BC, que, naturalmente, nos quepa dentro de este tablero que disponemos para el trabajo. Esa cuerda es, por ejemplo, de 0,80 metros.

La flecha correspondiente, según los datos que damos, vale: 


Por lo tanto, bastará con trazar sobre el tablero a-b-c-d la cuerda BC y levantar sobre su punto medio, el D, una perpendicular a BC con una longitud f. Los tres puntos B, C y A, están sobre una misma circunferencia.

Para completar la totalidad de la circunferencia, echamos mano de otra propiedad geométrica, que nos permite seguir obteniendo puntos de una circunferencia cuando ya tenemos trazados una cuerda y la flecha correspondiente. Consiste este sencillo procedimiento en unir los puntos A y C, y sobre el punto medio de esta nueva cuerda, que pertenece al arco mitad del BC, se levanta una perpendicular EF, siendo esta longitud igual a la de la flecha AD dividida por cuatro. Esta propiedad, que sirve para el replanteo de curvas circulares y que el lector deberá aprenderse de memoria por sus múltiples aplicaciones, la podemos resumir así:

<<SI BAC es un arco de circunferencia al que le corresponde una cuerda BC y una flecha AD, al trazar la cuerda del arco mitad, AC, le corresponderá una flecha EF que es la cuarta parte de la anterior, AD>>. 

Se han hecho muchas tablas para el trazado de curvas circulares y el lector podrá encontrar muchas adecuadas a este fin.

Con este trazado, se podrán obtener los camones necesarios para el encofrado de las dos superficies, la exterior y la interior, del depósito. Basta con ir encajando todos los trozos de circunferencia así obtenidos.

Puesta en obra
Sobre la solera del hormigón del depósito, si se ha hormigonado previamente, por separado, se clavarán las tablas de pie, que consisten en camones, naturalmente. Si la solera se hormigonase al mismo tiempo que el resto del depósito, sin solución de continuidad, entonces será necesario poner las tablas de pie del encofrado exterior en superficies planas horizontales del terreno previamente preparadas. En cambio, las del encofrado interior deben quedar elevadas, o «colgadas», de manera que la altura o diferencia de cotas entre las tablas de pie de ambos encofrados sea igual al espesor de la losa de solera del depósito.

Para colocar otro sistema de camones para dirigir las tablas del encofrado por la parte superior, se colocan unos tablones verticalmente, llamados en algunas regiones «velas», y los camones se fijarán a ellas. Si el depósito tuviera una altura considerable, sería necesario situar directrices de camones para que las tablas de los correspondientes encofrados no pierdan su debida posición. En la figura 138 vemos la manera de situar los camones en un encofrado de depósito. 


 
Téngase siempre presente que los camones sólo tienen la misión exclusiva de «dirigir y mantener en su debida posición» las tablas del encofrado, pero nunca la de soportar los esfuerzos y empujes que se produzcan al hormigonar. Esta misión resistente está confiada a los zunchos, Estos zunchos son unos aros de hierro que abrazan las tablas de manera que impiden todo desplazamiento de alguna de ellas fuera de la posición deseada, Estos zunchos son, en realidad, redondos, a los que se les ha dado la forma circular y por los extremos se les une con cualquier sistema.

Estos zunchos suelen colocarse a distancias comprendidas entre los 40 y 80 cm, según las alturas. Es decir, irán mas juntos aquellos que estén en la parte baja del encofrado, pues ya hemos visto en varias ocasiones que el mayor empuje del hormigón se produce en la base y va disminuyendo hasta llegar al borde superior del molde en que su valor es nulo.

Diámetro de los depósitos
Los depósitos pueden tener cualquier dimensión, desde la mas reducida a la mayor imaginable. Para depósitos de pequei3os diámetros, las tablas de encofrar tienen que ser lo mas estrechas posible, ya que en caso contrario no se obtendría una circunferencia, como sección transversal, sino un polígono mas o menos regular. 

Por lo tanto, se tendrá en cuenta a la hora de encofrar que para diámetros pequeños hay que usar tablas estrechas.

Apuntalamiento
Como vimos, los camones directrices superiores iban fijados a las «velas», las cuales, además, nos servirán para el atirantado. Estas «velas» deberán ir debidamente arriostradas con tornapuntas que, por regla general, se colocan de la manera siguiente:

Un tornapuntas en la parte baja, coincidiendo con los camones que forman la directriz inferior y otro tornapuntas en la parte superior, también en coincidencia con la altura a que va la directriz superior, tal como se muestra en la figura 139.

Todo cuanto decimos constituye el grupo de operaciones a efectuar en el encofrado del paramento exterior. 

Una vez realizado éste, serán los ferrallistas los encargados de colocar las armaduras que deberá llevar el depósito, lo que debe efectuarse «antes de comenzar a colocar el encofrado interior», ya que se crearían una serie de dificultades de espacio que entorpecerían grandemente el trabajo de unos y otros.

Encofrado Interior
Ya dijimos que si se había hormigonado previamente la solera del depósito, el encofrado interior del molde se apoyará sobre dicho suelo, con sus camones, etc. Pero si para la fase de hormigonado se ha previsto hacer sin solución de continuidad tanto la solera como las paredes, entonces el encofrado dei paramento interior irá colgado sobre tacos de hormigón, zancos de hierro, etc.

 

En esta ocasión, los camones que sirven de directrices al encofrado interior han de ser lo suficientemente fuertes como para servir de elementos resistentes de los esfuerzos que reciben las tablas.

En cuanto al resto de las operaciones de montaje siguen un procedimiento en todo similar al ya descrito para el encofrado exterior.

Encofrados de depósitos – Descripción.


Generalmente, los grandes depósitos para almacenaje de líquidos, principalmente el agua, e incluso para sólidos, como sucede en el caso de los silos, se construyen de hormigón.

Suele ser muy frecuente ver depósitos de forma o sección circular, pero ello no excluye el que se puedan obtener de otra sección cualquiera.

Podemos decir en líneas generales que todo cuanto se ha dicho hasta aquí es ampliamente aplicable al capítulo de encofrado de depósitos, sólo variarán las dimensiones. Así si tratamos de encofrar un depósito de forma o sección cuadrada o rectangular, seguiremos la misma técnica empleada en el encofrado de pilares y muros, etc.

Por ser más frecuentes, como ya hemos dicho, los depósitos de planta circular, y por tener, además, ciertas características especiales, vamos a dar a continuación una detallada exposición acerca de los mismos.

sábado, 22 de octubre de 2011

Encofrado de puentes:


Por la rapidez de construcción y su larga duración, las grandes obras de fábrica que salvan los vanos de ríos, vaguadas o brazos de mar, se construyen con hormigón en masa o armado. En muchas ocasiones hay que enfrentarse con casi insolubles problemas de cimentación, montaje de cimbras, castilletes de apeo y hormigonado. Pero con una buena técnica, se puede decir en idioma vulgar que no hay puente que se resista.

En la técnica del encofrado de puentes de gran envergadura, no entra sólo el aspecto del molde, sino la resistencia de los elementos que lo han de sostener. En ocasiones hay que construir verdaderos castillos que forman el armazón resistente del molde propiamente dicho.

Clasificación
Indudablemente, en general se da el nombre de «puente) a toda obra de fábrica cuya finalidad es la de salvar un vano o solución de continuidad en el terreno para una vía de acceso, tal como carretera, ferrocarril, canal, etc. En ingeniería, estas obras de fábrica se agrupan según la luz libre o hueco de obra construida, en:
Caños, cuando la obra de fábrica proyectada tiene una luz libre de 0,60 o 0,80 m.

Tajeas, para aquellas obras de fábrica cuya luz libre va de 0,50 a 1,00 m, pudiendo ser de losa de tapa o de bóveda de arco.

Alcantarillas, cuando la luz libre llega a 3,00 m.
Pontones, si la luz libre no rebasa de 8,50 m.
Puentes propiamente dichos, cuando la luz libre es superior a 8,50 m.

Dentro de esta clasificación hay que distinguir entre los puentes de tablero y los de arco, ya sea circular (de medio punto, rebajado, peraltado, etc.), parabólico o de cualquier otro tipo.
Las obras de fábrica de peq&eia luz ofrecen pocas dificultades al encofrador y vamos a describir su montaje en breves líneas.

En la figura 131 vemos una obra de este tipo, de losa o tablero. Se llaman estribos los muros laterales sobre los que apoya el tablero. El encofrado de estos estribos no se diferencia en nada del ya descrito para los muros, constando de tableros ya conocidos sobradamente. Los paramentos internos pueden ir escalonados, si la altura es considerable, inclinados en un suave talud o ser totalmente de un mismo grueso. Cualquiera que sea su forma, no ofrece dificultad su encofrado.

La losa se encofra igualmente como ya explicábamos en el capítulo de suelos, incluso puede llevar, como allí sucedía, vigas largueras que son los elementos resistentes. 

 
Los paramentos exteriores, es decir, los vistos, son siempre verticales y se encofrar como los interiores.

Puentes de arco.

Alcanzan los de este tipo las mayores luces conocidas, siendo innumerables de ellos verdaderas obras maestras de la ¡ngenler(a moderna. 







Los puntes de arco de luces no muy grandes suelen hacerse a base de medias circunferencias, por lo que reciben el nombre de medio punto (figura 132). Cuando el arco es menor que una semicircunferencia, reciben el nombre de arcos rebajados, como el de la figura 133. Pueden también adoptar forma elíptica (figura 134), y la más generalizada, en virtud de sus propiedades técnicas, es la parabólica.

Cuando el vano a salvar es de considerable anchura, se div:de el mismo en varios tramos mediante un puente que consta de unos pilares centrales y entre ellos bien tablero o arco.

Volviendo a la figura 132, que nos va a servir en nuestra descripción general, vemos que los encofrados de los paramentos de los estribos están formados por tableros en donde las tablas están dispuestas horizontalmente, los cuales se apoyan contra unas carreras horizontales. Todo este armazón se apoya, a su vez, en tablones clavados verticalmente en el suelo, los cuales suelen recibir el nombre de velas, por su parecido con éstas. 






 
Para evitar que las velas se venzan al empuje del hormigón, hay que disponer tornapuntas en e! paramento del lado del terreno. En los que han de quedar vistos, como se ven en fa citada figura 132, si la luz no es excesiva, se emplean codales que ofrecen mayor seguridad.

La disposición de los distintos elementos dependen del empuje de hormigón que deben soportar. La separación entre las carreras es función de dicho empuje.

Para darle forma al arco se emplean unas piezas llamadas cimbras, las cuales van montadas sobre unos caballetes que les sirven de apoyo. Estas cimbras o formeros (reciben muy diversos nombres según las regiones) llevan en su parte alta la forma a dar al arco y sobre las cuales se apoyan las tablas del encofrado del arco. En la figura 135 vemos una cimbra para arco de medio punto.

La cimbra se compone de los camones, que pueden ir en una o varias filas para mayor refuerzo, el tirante o pieza horizontal, y los jabalcones, que son a modo de tornapuntas de la pieza.

Entre las cabezas de los castilletes y los tirantes de las cimbras se colocan las cuñas, cuya misión principal no es la de llevar a su posición exacta la cimbra y, por lo tanto, el encofrado de la obra, sino la de facilitar la labor de desencofrado, cosa que no podría efectuarse sin esas cuñas. 

Colocados los castilletes, se montan las cimbras y se arriostran. Se colocan algunas tablas del encofrado de la bóveda, para mantener entre sí la distancia debida y que se mantengan verticales. Después se coloca el resto de las tablas que forman la superfkie inferior de la b6veda. La superior no va encofrada, o lleva tan sólo unas tablas en los arranques, ya que suele adoptar la caída del hormigón a dicha superficie.


ENCOFRADO DE CUPULAS.



Un caso particular de las bóvedas lo constituyen las cúpulas, que vienen a ser unas bóvedas cerradas sobre planta circular o elíptica. También puede considerarse generada por un arco que gira alrededor de su eje vera tical. La más característica es la cúpula esférica, generada por un arco de medio punto.

De lo anterior se deduce que la osatura correspondiente a cualquier cúpula se compondrá de un robusto eje (de sección redonda) al que se une una serie de medias cimbras. Las tablas del encofrado del intradós, convenientemente recortadas, se clavan sobre la osatura mencionada, como en las demás bóvedas (figura 130). 


Encofrado de Bovedas.


Cuando la bóveda a encofrar pertenece al grupo fundamental de las cilíndricas, o sea, que es generada por un arco directriz, que se traslada a lo largo de un eje, el encofrado viene a ser similar al del arco generador. En lugar de dos cimbras, se compondrá de un número mayor, según la longitud de la bóveda y la luz, de los que dependen su peso. Las tablas del intradós serán mas largas, y si su longitud es menor que la de la bOveda, se procurará que los extremos de las tablas coincidan sobre una de las cimbras intermedias.

La figura 120 representa un ejemplo de esta clase de encofrado. Si los testeros son libres, pueden
encofrarse como se ha explicado en los arcos, o mediante plantillas especiales que se fijan con barrotes, carreras y puntales adaptados a la forma de la bóveda (figura 121).

Para encofrar otros géneros  de bóvedas, como las de rincón de claustro, por aristas, esquifadas, estrelladas, etc., se forma primero con cimbras y medias cimbras una osatura y sobre ésta se clavan las tablas de encofrado del intradós.

En las figuras 122 y 129 se representan varios encofrados, en planta u sección, para estos tipos de bóvedas. 


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