Este fenómeno es una excepción a la ley hidrostática de los vasos comunicantes, según la cual una masa de ilquido tiene el mismo nivel en todos los puntos; el efecto se produce de forma más marcada en tubos capilares, es decir, tubos de diámetro muy pequeño.
La capilaridad, o acción capilar, depende de las fuerzas creadas por la tensión superficial y por el mojado de las paredes del tubo. Si las fuerzas de adhesión del líquido al sólido superan a las fuerzas de cohesión dentro del líquido (tensión superficial), la superficie del líquido será cóncava y el líquido subirá por el tubo, es decir, ascenderá por encima del nivel hidrostático.
La absorción de agua por una esponja y la ascensión de la cera fundida por el pabilo de una vela son ejemplos familiares de ascensión capilar.
Figura 1.5. Ensayo de los tubos capilares. |
Por eso, la cantidad de agua retenida depende del tamaño y de la disposición de los poros en el terreno. En suelos gruesos y disgregados, como los de gravas, el agua tiende a drenarse hacia abajo por la acción de la gravedad, quedando una poca cantidad. Sin embargo, los suelos compuestos por partículas finas, como los arcillosos, suelen tener una porosidad total superior; por tanto, retienen cantidades de agua mayores que los suelos de textura gruesa.
Figura 1.6. Humedades por capilaridad. |
Que didáctico y bien explicado, felicidades.
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