jueves, 30 de junio de 2011

Viga de fachada en la construcción.

Como es lógico, esta clase de vigas tienen por característica la de tener por uno de sus lados los muros de fachada que cierran el edificio, y por el otro reciben la carga de la losa del suelo del piso alto.


Al estar esta viga al exterior, los dos tableros laterales tendrán diferente altura, ya que por la parte de la fachada hay que dar molde a toda la altura de la viga, por lo tanto, el tablero correspondiente tendrá por altura total ¡a de la viga más un grueso de tabla, correspondiente al que tiene el tablero de fondo. En cambio, el tablero interior acaba en el encofrado de la losa. Su altura será, pues, aquella que resulte de disminuir a la altura de la viga el grosor de la losa más un grueso de tabla, que es el de fondo. En la figura 58 vemos la disposición de una viga de este tipo. 


Taller

El tablero exterior, que es el de mayor altura, se ve libre de la losa, por lo que su construcción es corriente. 

Los barrotes deben de llegar al extremo más alto del tablero, Los barrotes extremos no se clavarán en los extremos del tablero, sino a una distancia de ellos que corresponda a un grueso de tabla, ya que el encofrado de las vigas, como sabemos, se apoya en el de los pilares. En el caso, también muy corriente, de que se encofre la viga después de haber desencofrado el pilar, la longitud total de los tableros sí que será la luz libre o distancia entre las caras más próximas de dos tableros consecutivos.

Lo común es que el montaje de los tableros no se efectúe a pie de obra. Para poder transportarlos con seguridad, es siempre conveniente que la clavazón sea firme.

Es corriente dar a los barrotes una separación comprendida entre los 50 y 60 cm, ya que han de soportar el empuje que el hormigón ejercerá sobre los tableros laterales, Estos barrotes suelen tener una escuadría de
50 mm por 25.

Para el tablero inferior, además de las consideraciones antedichas, teniendo en cuenta que la altura viene disminuida respecto al tablero exterior en la altura de la losa del piso, hay que tener las siguientes:

Como en estos tableros apoyan los encofrados de la Tosa, hay que disponer de una tabla horizontal, clavada a los barrotes, que se llama carrera. Generalmente, en planta, los pilares no suelen estar distribuidos según los vértices de un cuadrado, o dicho de otro modo, la losa que apoya sobre cuatro pilares no es un cuadrado, sino un rectángulo. El encofrado correspondiente a este trozo de lasa llevará fas tablas según la mayor dimensión y, como es lógico, los barrotes o costillas que refuerzan dichos tableros, irán perpendiculares a ellos, es decir, en el sentido de la menor dimensión del rectángulo. Por lo tanto, esto habrá de tenerse en cuenta a la hora de clavar el tablero lateral interior del encofrado de la vida de fachada de fa carrera correspondiente. Si se trata de la viga que corresponde al lado menor del rectángulo, entonces la carrera se sitúa a unos 2,5 cm (o sea un grueso de tabla) por debajo del borde superior del tablero de ¡a viga, ya que allí se apoyará el tablero de la lasa. Si estamos en el caso de pertenecer la viga en cuestión, a la parte de ¡a mayor dimensión del rectángulo, entonces la carrera debe clavarse a una distancia del borde superior del tablero lateral del encofrado de la viga, que es la suma de un grueso de tabla más lo que corresponda al ancho de los barrotes o costillas del encofrado de la losa. Esta carrera se clavará en el taller, no en el momento de poner el encofrado en obra.
El tablero de fondo tiene la misma longitud que los tableros laterales, salvo en el caso de que existan cartelas, en cuyo caso llegarán hasta el arranque de éstas. La cartela es una solución de continuidad de la viga en las proximidades del apoyo con los pilares y sus dimensiones vienen dadas por el cálculo.

La anchura del tablero de fondo es la misma que la que tiene la viga de hormigón, ya que, como hemos dicho y se ha mostrado en la figura 57, el encofrado de fondo va clavado entre Tos tableros laterales.
El embarrotado de estos tableros de fondo, para poderse apoyar a los laterales y con ello dar mayor consistencia al encofrado, suelen tener una longitud igual a la anchura cíe la vida más dos gruesos cíe tabla. 

Este grueso de tabla, saliendo por cada lado del tablero de fondo, facilita grandemente el montaje de la totalidad del encofrado. Pero como ya decimos, esos salientes son para «apoyar los laterales, es decir, que no se clavarán, ya que con ello se dificultaría enormemente la operación de desencofrado. El desencofrado de las vigas no sigue el mismo proceso que el de los pilares. En éstos se quitan los tableros todos a la vez, al cabo del plazo fijado para ello y que depende en gran manera de la temperatura ambiente. En cambio, en las vigas, se desencofran primero los laterales (esta operación puede incluso realizarse pasadas veinticuatro horas, cuando e! clima es caluroso) y, en cambio, los fondos de las vigas deben todavía continuar muchos días más. Por ello sería fatal clavar los fondos por medio de los salientes de sus barrotes a los laterales, sino los laterales a los tondos.

Puesta en obra

Lo usual es que en primer lugar se coloque en obra el tablero de fondo. Para ello es imprescindible haber dispuesto todo el material auxiliar necesario, tal como los puntales de apeo, las tablas llamadas sopandas y que son sobre las que se apoya el tablero de fondo. Este tablero se apoya en sus extremos sobre el encofrado de los pilares, si están todavía, o sobre un puntal adosado al pilar, cuya sopanda está situada a la altura conveniente, para que al apoyar el tablero de fondo, quede éste debidamente.

También puede armarse el molde fuera de la obra, para lo cual es necesario colocar unos codales que aseguren la correcta forma del encofrado. Estos codales se quitan una vez ya asegurado el encofrado en obra. 


Asentado el tablero de fondo en los dos apoyos extremos, se procede a colocar los puntales (que suelen estar constituidos por unos rollizos o troncos de escaso diámetro, de unos 12 a 8 cm de diámetro) con las correspondientes sopandas (en la parte inferior de la figura 60 vemos un puntal con su sopanda) y que son las que realmente tienen a su cargo el mantener horizontal el tablero de fondo, y después se procede a colocar los tableros laterales.

El tablero lateral exterior se arriostra, tal como se muestra en la figura 59, clavando unos tornapuntas a la cabeza de las sopandas, y evitando el deslizamiento de dicho tornapuntas mediante una tabla de tope o de aguante. También se puede clavar dicho tornapuntas al extremo de la sopanda.

Las sopandas están aseguradas con dos jabalcones, que al triangular la figura le da mayor consistencia. La longitud de estas sopandas es la suficiente para sobresalir del tablero de fondo con el fin de poder clavar en ella los tornapuntas con la debida garantía.

Para la buena marcha del apuntalamiento, los rollizos tendrán una altura un poco inferior a la que tiene e! pilar (es decir, hasta e! tablero de fondo), disminuida en los gruesos de tabla correspondientes a las sopandas y a ¡as tablas que se colocan al pie para dar un apoyo firme, plano y horizontal. Además, para lograr un perfecto apoyo, se dispondrán cuñas para llevar el tablero de fondo a su sitio exacto.

El número de rollizos o puntales a colocar depende de varios factores, tales como dimensiones de la viga a hormigonar, peso que va a soportar durante el hormigonado, etc. Téngase muy en cuenta que hasta que la viga no esté en condiciones de «valerse por sí misma y de soportar las cargas que incidan sobre ella en las restantes fases de la obra, son los puntales los que deben sufrir todos los esfuerzos. Por lo general, se suelen colocar los rollizos separados de 60 a 70 cm, aunque ya decimos que ello depende de los factores antedichos.

Podría, incluso, calcularse el número de rollizos necesarios de la siguiente manera:

Conocida la sección de la viga a hormigonar, su longitud, etc., se calcula el peso de la misma. También se determina el peso del molde y de las demás cargas que va a soportar la viga durante todo e! proceso de hormigonado hasta su desencofrado.

Así llegamos a determinar el peso o carga por metro lineal de viga encofrada. Suponiendo como cifra de seguridad, que el centímetro cuadrado de sección de rollizo soporta 40 kg, podemos deducir la sección necesaria de aquéllos a colocar en puntales y su separación.

En la base del puntal se colocan las tablas o tablones que den a aquéllos, no sólo una base regular, sino un reparto al terreno de las cargas que soportan. Si no fuera así, el puntal se clavaría en el suelo (en el caso en que éste no fuera de hormigón o resistente). Entre estas zapatas y el puntal, se colocarán las cuñas precisas para llevar a su posición los puntales. Una vez conseguido esto, y para evitar deslizamientos producidos por cualquier causa, se clavarán ligeramente las cuñas a las zapatas, pero sin llevar a fondo los clavos, ya que ello dificultaría la operación inversa de desencofrar.

Seguridad en los puntales

Naturalmente, deberán rechazarse todos los puntales que no estén bien derechos, ya que por ser piezas esbeltas pueden flexionar bajo la carga recibida. Para evitar esto, incluso en los rollizos más derechos, cuando la altura es considerable, es necesario arriostrar debidamente los puntales. Para ello es suficiente que se claven a media altura tablas, de manera que unan cada rollizo con el más próximo, tanto en el sentido de la misma viga a que pertenecen como apeos, como en el sentido perpendicular con la viga siguiente. Con este modo de arriostrar los puntales, no habrá forma de que pandeen y peligre el encofrado.

Y ya que hablamos de puntales para apeos de vigas a considerable altura, conviene recordar que no siempre encontraremos puntales adecuados para esa altura, o que ya tengamos en obra otros puntales más cortos por cualquier circunstancia. Se pueden aprovechar éstos mediante un empalme eficaz, que nos permita alcanzar la altura deseada sin que por ello se pierda resistencia en el apeo. Desde luego, hay que evitar que todos, absolutamente todos los puntales sean empalmados. Por lo menos, deberemos emplear de un sesenta a un setenta por ciento de puntales enteros y el resto pueden ser empalmados.

El empalme debe hacerse en un extremo, es decir, utilizando un rollizo que tenga una longitud igual o superior a los dos tercios de la total a conseguir, ya que el pandeo viene a producirse por la parte central. No hay, pues, que empalmar dos trozos de rollizo iguales, sino, como mínimo, que uno tenga el doble de la longitud que el otro. Con ello ya nos salimos fuera de la zona peligrosa.

En el empalme se cortarán dos caras bien lisas, para que asienten bien una sobre la otra, y este corte se dará perpendicularmente a la longitud del rollizo, para evitar deslizamientos. Luego con dos tablillas se procede al clavado y unión de los dos trozos de rollizo.

A veces, y para mayor seguridad, se colocarán cruces de San Andrés, arriostrando los puntales y tornapuntas. Los primeros para mantener los puntales en el plano vertical que pasa por la viga apeada y las segundas para evitar deslizamientos de puntales, caídas, etc.

Estas vigas de fachada que acabamos de describir deberán de cuidarse mucho, ya que es delicada su construcción por las especiales características que reúnen. 


miércoles, 29 de junio de 2011

Encofrado de vigas.


Las vigas son las piezas horizontales que descansan sobre los pilares, o bien sobre muros de mampostería, fábrica de ladrillo, etc. Su encofrado consiste, en términos generales, en dos tableros laterales y uno de fondo.

Para su mejor estudio, las dividiremos en:

a) Vigas ligeras, medias y gruesas, tal como hacíamos para el estudio de ¡os pilares.
b) Según el Jugar que ocupan en el conjunto de la edificación: en vigas de fachada, interiores y exteriores.

Para todas estas vigas rigen ciertas normas generales, que podemos definirá sí, en términos generales:

Los tableros laterales tienen la anchura de ¡a altura de la viga aumentada en un grueso de tabla, ya que el tablero de fondo, va siempre entre los laterales.

Los tableros de fondo suelen ser muy ligeros, ya que la resistencia del mismo se confía a los apeos.

Los tableros del encofrado de una viga descansarán totalmente sobre la cabeza del encofrado de los pilares.


En la figura 57 vemos los elementos que constituyen el encofrado completo de una viga.


Pasemos ahora a exponer las distintas formas en que se nos puede presentar una viga. 


lunes, 27 de junio de 2011

Encofrado de pilares de pórtico.

Hasta ahora hemos visto la forma de encofrar pilares «suelos», es decir, en que al calcularse que las vigas que descansan sobre ellos van sencillamente apoyadas, se hormigonan por separado: pilares primero, vigas después. Se encofra, pues, el pilar, se hormigona en una o en varias etapas y transcurrido cierto tiempo (el que rige en el ritmo impuesto a la obra para su buena marcha) se encofra la viga y se hormigona ésta.

Pero un pórtico es la pieza de obra de hormigón en que pilar y viga van unidos entre sí «rígidamente», sin solución de continuidad y donde los esfuerzos a soportar son muy distintos a los que ya sabemos rigen para las vigas simplemente apoyadas. En los casas de pilares y vigas, aqu& lbs trabajan principalmente a compresión, por las cargas transmitidas hasta ellos por las vigas. En cambio, en los pórticos o estructuras aporticadas, los pilares, también llamados jambas, están sometidos a esfuerzos de flexión, en las bases de pilares aparecen esfuerzos horizontales, etc.

Todo lo anteriormente dicho trae como consecuencia lógica el que la sección transversal del pIlar o jamba, no sea la misma en toda la altura del mismo. Y mientras tres de sus caras en una misma jamba son ver ticales, la cuarta, que es la inferior al pórtico, suele estar inclinada hacia adentro, de manera que en la parte superior tiene rAhás sección que en el pie.

Taller 



Podemos casi admitir aquí cuanto dijimos en materia de pilares en las páginas anteriores. La diferencia estriba en que dos tableros tienen una forma de trapecio, en vez de ser rectangulares, como sucedía en los
casos anteriores. Esto se consigue aserrando tablas en el sentido transe versal, o de su mayor longitud, con oblicuidad para ir ganando la anchura necesaria.

Los dos tableros trapeciales no llevan barrotes y las tablas deben clavarse a las altarjías, tal como se muestra en la figura 55, que sirve para el embricado posterior.

El tablero vertical exterior, de forma rectangular, como la de un pilar normal, no ofrece dificultades. Los dos tableros laterales exteriores llevan un embarrotado bastante ligero, el suficiente para atender estrictamente a su rigidez, ya que la misión resistente no va confiada a ellos, sino a los marcos o bridas.

El tablero interior, inclinado, es también de sección rectangular, como el de un pilar normal, pero en este caso los esfuerzos que debe soportar son mayores a aquéllos, ya que tienen esta forma tan especial y al hormigonar, el hormigón trabaja sobre esa pieza considerablemente. Las distancias entre barrotes suelen ser muy pequeñas, ya que es conveniente colocarlos a distancias no superiores a los 50 cm. Naturalmente, en la parte inferior, o pie de la jamba, la separación entre barrotes será algo menor.

Otras veces, para aumentar la resistencia de este tablero se coloca una tabla, llamada por tanto «tabla de aguante», clavada a un extremo del tablero, para darle mayor consistencia.

Estas tablas «de aguante» suelen ser tablas sencillas, de las mismas que sirven para encofrar, y van tal como se indica en la figura 56. Se clavan a los tableros laterales cuando éstos no han sido cortados para darles la forma trapecial necesaria al pilar del pórtico o jamba. Como el tablero interior tiene de grueso, dos gruesos de tabla (uno es el suyo, otro el del embarrotado consiguiente), la tabla de aguante debe clavarse a una distancia de esos dos gruesos de tabla a partir de la línea de hor migón, es decir, a 5 cm de la cara del pilar, si es que el grueso de tabla es de 2,5 cm.

Para reforzar estos encofrados, suele también usarse del atirantado, del cual ya hemos hablado en el caso de los pilares y que aquí se emplea con las mismas características.

El arriostrado de las ¡ambas de un pórtico se efectúa mediante las tornapuntas, tal como ya se ha visto anteriormente.

Y en definitiva, el resto de detalles es similar a los ya descritos.



sábado, 25 de junio de 2011

Encofrado de cabezas de hongo.

Cuando una losa de techo continúa lisa, apoyada exclusivamente sobre pilares, éstos van provistos de unos capiteles que se llaman cabezas de hongo. Como las losas sin vigas han de tener un grueso mínimo de 15 cm, su encofrado ha de ser más recio que los corrientes y, por la misma razón, el encofrado de las cabezas de hongo.

Estas se componen de dos cuerpos tronco-piramidales, lo que exige un encofrado de 8 tableros: 4 correspondientes al cuerpo inferior y 4 al superior. Cada tablero tendrá forma de trapecio y sus lados habrán de biselarse para encajar perfectamente. Construir el encofrado de una cabeza de hongo es, pues, una obra maestra con la que puede lucirse un buen encofrador.

El procedimiento para el trazado, biselado y colocación de los tableros viene a ser casi igual al descrito para los cimientos tronco-piramidales de los pilares. Por lo que omitimos la descripción y nos contentamos con presentar los dibujos de un encofrado característico de estos capiteles. (Figura 54.)

Pilares Medios y gruesos.


En términos generales, cuanto se ha dicho para los pilares ligeros es también aplicable para este tipo de pilares, cuya diferencia con los ya descritos es la de tener que soportar mayores empujes debido a la mayor sección de hormigón.

Embarrotado
Para mayor seguridad en estos pilares, los barrotes o bridas tienen menos separación entre s( que en los ligeros, de manera que absorban los esfuerzos a que han de estar sometidos los moldes.

La sección de los barrotes es Ja misma que en el caso de pilares ligeros, sólo en este caso lo que varía, como ya hemos indicado, es la separación entre ellos.

Atirantado
Para evitar que tales tablas pandeen ante el empuje del hormigón, se dispondrá un eficaz atirantado, incluso reforzando éste con doble alambre, mas juntos que en el caso de Tos pilares ya descritos, y con atirantados cruzados, entre dos tablas frenteadas.

Tornapuntas
Como puede desprenderse de todo cuanto ya hemos dicho, estos pilares de mayor sección han de ser arriostrados debidamente, para evitar que se desplomen, lo que si sucede una vez hormgonado no habrá ms solución que derribar el pilar y comenzar de nuevo. 


Figura 54 Tablero de cepo y tablero encepado.

jueves, 23 de junio de 2011

Pilares de sección poligonal.

Indudablemente, este tipo de pilares no es frecuente, pero no está de más aquí una ligera idea acerca de los mismos, siquiera sea para que el lector tenga conocimiento de su existencia.

Trazado geométrico de polígonos regulares
Los polígonos regulares los vamos a agrupar en dos grupos:
a) Inscritos en una circunferencia de radio dado.
b) Circunscritos a una circunferencia de radio dado. 

El lado del polígono ya viene determinado en cada caso en función del radio correspondiente, que llamaremos R, si la circunferencia es circunscrita, y r para el radio de La circunferencia inscrita. 


Resolveremos los siguientes casos: 

Dedo el radio R o r, calcular el lado L del polígono pedido y su trazado geométrico. Comencemos por calcular el:

Pentágono regular inscrito en una circunferencia de radio R
Supongamos que nos dan
el radio de la circunferencia circunscrita, R. Procederemos de la manera siguiente (ver figura 49): 

Con centro en O y radio R, trazamos la circunferencia. Dibujamos dos
diámetros perpendiculares, tales como Tos AB y CD.

Por el extremo D de uno de ellos y con el mismo radio R dado, se traza el arco OE, o se lleva sobre la circunferencia de manera que corte en E. Por este punto, trazamos la paralela al otro diámetro AB, que cortará en F al diámetro CD. Desde E como centro y con radio AF, cortamos en G al diámetro CD. El segmento p determinado por AG es el valor del lado del pentágono pedido:
El valor numérico de L es: 


Pentágono regular circunscrito a una circunferencia de radio
Este caso lo vamos a resolver recurriendo al ejemplo anterior. Es decir, utilizando el procedimiento seguido para obtener la figura 49, y con el radio actual r, trazamos una cir cunferencia (figura 50). Obtenido inscrito en ella, el polígono regular de cinco lados, basta trasladar estos lados paralelamente a sí mismos hasta que sean tangentes a la circunferencia, tales como los A’H, Hl, IJ, KJ y A’K.

El valor de la línea A’H, lado del polígono, en función del radio, será: 


Puede suceder que se presente el problema en el orden contrario, es decir, que nos digan: deseamos un pilar pentagonal cuyo lado tenga una longitud dada L.

En este caso, procederemos a calcular el radio sacándolo de la fórmula correspondiente, Para mayor facilidad, las daremos aquí.

Para el pentágono inscrito:
R = 0,839 L.

Para el pentágono circunscrito:
r=0,688L. 


Hexágono regular inscrito en una circunferencia de radio R
Para su obtención basta con trazar el circulo de radio R, según se ve en la figura 51, y con el mismo radio R cortar arcos de la circunferencia ya que e! lado del hexágono es igual al radio.
L=R.


Hexágono regular circunscrito a una circunferencia d. radie r
Tampoco ofrece dificultad este trazado, y procederemos como en el caso similar del pentágono, trazando previamente (figura 52) el hexágono inscrito y luego trazar tangentes paralelas a aquellos lados.
El valor del lado en función del radio r, es 

Octágono regular inscrito en una circunferencia de radio R 

(No damos la forma de obtener el polígono regular de siete lados —heptágono--— por no ser frecuente su uso.)
Examinando la figura 53, vemos que su trazado es sencillo.

Con el radio R, trazamos Ja circunferencia y en ella dos diámetros perpendiculares entre sí, tales como los AE y GC. Unimos los puntos extremos de estos diámetros, A con C; C con E; E con G, y G con A. Con ello hemos obtenido el cuadrado regular inscrito en la circunferencia de radio R. Trazamos a continuación otros dos diámetros también perpendiculares entre si y de tal manera que FB sea perpendicular a AC y EG (también se puede obtener esto uniendo los puntos medios de los lados AC y EG); y HD lo sea a su vez a AG y CE. Uniendo los puntos A-B-CD-E-FG-H-A0 tenemos trazado el octógono.
El valor del lado en función del radio R es: 



Para obtener el polígono de ocho lados circunscrito a una circunferencia de radio r, procederemos exactamente como en 1QS casos anteriores, del pentágono y hexágono, trazando la figura semejantemente a como se ha hecho para las figuras 50 y 52.

Para los encofrados de estas secciones poligonales, se puede proceder de un modo similar a como se ha descrito para los pilares de sección circular.

lunes, 20 de junio de 2011

Pilar de sección circular.

Para encofrar este tipo de pilares no suelen emplearse tablas, Tas cuales deberían adoptar una forma curva para determinar la circunferencia de la sección transversa!, sino que se toman tablillas estrechas, sin clavarlas previamente, y con ellas se forma el molde.

Para dar forma circular a dichas tablillas sueltas se emTean los llamados camones, que son los que realmente obligan a Tas tablillas a adoptar aquella forma. 


En la figura 48 representamos un pilar de sección transversal circular. En los extremos del molde, en la base y en la cabeza se disponen los camones, que son unas tablas que tienen recortado por una de sus partes un arco de circunferencia, de manera que entre todas ellas completen la sección pedida. El diámetro de dicha circunferencia no será el mismo que el que debe tener el pilar ya hormigonacio, sino aquél aumentado en dos gruesos de tabla, pues como se aprecia en la figura 48, al introducir las c{istntas tablas en los camones, se disminuye su hueco.


Taller.
Se dispondrán primeramente las tablas que van a formar el camón, encajáridolas o acoplándolas debidamente, para que al trazar sobre este encaje la circunferencia, ésta no presente ningin punto de discontinuidad. Después se sierra hasta lo más cerca posible de la traza marcada para la circunferencia y con hacha, con extremo cuidado, se vacía el resto.
Una vez comprobado que la circunferencia está bien definida, se pro. cede a clavar las piezas contiguas.
Misión de los camones

Misión de los camones.
Como puede apreciar por lo ya dicho, los camones no son piezas resistentes, ya que son francamente débiles, de manera que su única misión es fa de «dar forma» a las tablillas que determinan el molde de pilar circular; conviene recordar bien esto.
Para darle rigidez a los encofrados, se utilizan generalmente aros de hierro, que reciben el nombre de zunchos. También puede emplearse, si el empuje del hormigón no ha de ser grande, alambre de acero, en una sola vuelta o a doble vuelta, para reforzar.
Los aros metálicos no tienen complicación alguna, ya que como su nombre indica son unos círculos abiertos por un extremo y que una vez colocados se cierran por cualquier procedimiento.

Puesta en obra
En la cimentación de hormigón ya se habrán dispuesto previamente los tacos de madera o tablas en el luçar correspondiente en que deba quedar el pilar. A esos elementos debe clavarse el camón de la base del pilar, se aploma, se colocan los aros o zunchos, se vuelve a aplomar (esta operación debe repetirse con frecuencia para comprobar que está vertical) y se colocan las tornapuntas.

Los zunchos deben ir más juntos en la parte inferior que en la superior, ya que abajo es donde mayores esfuerzos soportan los encofrados Según vimos al hablar de los pilares de sección rectangular, y cuya ley de esfuerzos representamos en la figura 41, que también es aquí de aplicación. Como norma general, los aros se colocarán en la mitad inferior a distancias que oscilan entre los 40 y los 50 cm, separándose gradualmente conforme la altura es mayor, pero sin que la separación máxima alcance los 70 cm.

Ventana de limpieza y hormigonado.
No debe olvidarse nunca dejar una abertura o ventana de limpieza en el fondo del encofrado, en contacto con el suelo, para proceder, momentos antes del hormigonado, a la limpieza total y definitiva de la base de hormigón sobre la que arranca el pilar, ya que durante todo el proceso de encofrado habrán caído desperdicios de madera, clavos, etc.

Si el pilar cilíndrico tuviese una altura considerable, para evitar que el hormigonado caiga desde tan alto y sus materiales no estén debidamente mezclados, al caer los gruesos primero y los finos después, conviene dejar una ventana a mitad de la altura, con el fin de hormigonar por ella, cerrar después convenientemente y continuar el llenado de! molde desde la cabeza del encofrado.

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