domingo, 5 de junio de 2011

Misión de la Clavazón en los Tableros - Encofrados.

Ya hemos indicado que los clavos tienen por misión la de hacer de varias piezas (tablas) y unos barrotes transversales, una unidad movible, transportable, sin que pueda sufrir deformaciones, alabeos ni desperfectos en las diversas operaciones a que debe de quedar sometida durante su empleo.

Donde más suele sufrir el tablero es precisamente en las operaciones para las que no ha sido destinado, tales como desencofrado, traslado, etc. Cuando se pone en obra, salvo las operaciones del encaje de las distintas piezas, la labor del clavo es bastante escasa, ya que durante el proceso de fraguado del hormigón la misión resistente del clavo es casi nula.

Por todo ello, el buen encofrador, tras de cerciorarse de la misión del encofrado en las distintas piezas de hormigón que lleva una obra, deberá saber ia clase de clavos que más le conviene emplear. Como el espesor de madera empleada en los encofrados es de 25 mm, resultará que los clavos de más de 50 de longitud saldrán al otra lado de la tabla, después de haberse hundido bien la cabeza en el barrote, por lo que se deben «doblar y remachar contra el tablero, como si tratáremos de clavarlos nuevamente en la madera. Así quedará bien clavado el barrote al tablero y a la hora de desarmarlo, en caso de que nos interese esa opearción, no hay más que enderezar el clavo y sacarlo con el auxilio de la barre de pata de cabra.

Prolongación de Tableros.

Ya hemos indicado que no siempre la longitud de los tableros coincidirá con la de las tablas, por lo que, en la gran mayoría de los casos, será necesario prolongar las piezas. Será entonces conveniente que no todas las tablas terminen en una misma vertical, sino que los largos se vayan distribuyendo de manera que no coincidan esos puntos débiles que constituyen los empalmes de las tablas, Lo que sí es indispensable es que sobre dichas juntas se clave un barrote, para dar mayor resistencia a la unión.

Será, desde luego, fundamental, que los empalmes de las tablas sigan un orden de sucesión, para evitar el que caigan más de dos sobre un mismo barrote. Aunque en casos extremos, naturalmente, no habrá más remedio que unir sobre una misma vertical más de tres tablas, por lo que el barrote deberá reforzarse debidamente.

Esquinas - Encofrados.

En las esquinas (figura 21), sobre todo en el interior de la misma, quedan perfectamente encajados los dos tableros que se encuentran, ya que al disponer los barrotes extremos a dos centímetros y medio del comienzo de las tablas, que es el grosor de las mismas, se acoplarán ambas piezas, quedando, además, encajados los dos barrotes, sirviéndose mutuamente de refuerzo. En la parte exterior de dicho encofrado se deberá reforzar con tablas verticales, sí la presión que vaya a ejercer el hormigón, es grande. 

Para mayor refuerzo, se suele utilizar una segunda carrera en la parte baja del encofrado y aún cuando se tema un gran empuje del hormigón y el embarrotado sea suficiente para soportar con las debidas garantías de resistencia dicho esfuerzo, se tomará la precaución de disponer un embarrotado con tablas de canto, es decir, tal como se ven en la figura 22, ya que es sabido que la resistencia a la flexión, en nuestro caso, aumenta considerablemente con la dimensión b de la pieza. Este tipo de embarrotado se suele llamar de costillaje y costillas a las tablas así empleadas. 


 Figura 21.

Taller de Montaje - Algunas Ideas Interesantes sobre Montaje de Tableros. - Encofrados.


En el taller de montaje y preparación dispondremos de todas las herramientas necesarias y que suelen ser las mismas que figuran en un taller de carpintería de cierta categoría. Como la labor principal a realizar es la de la clavazón de las tablas, que previamente se habrán colocado en su sitio, clasificadas debidamente por sus tamaños, es muy conveniente disponer de mesas de trabajo. Estas mesas se obtienen sencillamente con caballetes y tableros, sobre los cuales iremos apoyando las nuevas piezas a fabricar.

ALGUNAS IDEAS INTERESANTES SOBRE MONTAJE  DE TABLEROS
Conocida la longitud de la pieza a encofrar, comenzaremos por buscar tablas de la medida dada. En la mayoría de los casos, tendremos que cortar la longitud de las tablas o añadir otras pare obtener la longitud exigida. Tengamos siempre presente que , como norma general, vale más añadir que cortar, si esto es posible ya que <<madera cortada, madera desperdiciada>>.

Lo más conveniente seria encontrar dos piezas de tabla de madera que su longitud total fuera la deseada, con el fin de desperdiciar el menor material posible. Una vez conseguido esto, y para obtener el ancho de la pieza, habrá que unir varias tablas por medio de barrotes, tal como se ye en la figura 17. El primer barrote no se debe colocar a tope con las tablas, es decir, que ambas cosas empiecen al mismo tiempo, 5mb que se debe clavar el barrote a un par de centímetros o tres, a lo sumo, mas allá del extremo de las tablas. Con ello se evita que los barrotes se desclaven por efecto de cualquier golpe que reciba el extremo del tablero.

Pare dar mayor resistencia a los tableros los barrotes así clavados en Los extremos se afianzaran con dos clavos a todas las tablas, lo que evitará cualquier deformación. El resto del embarrotado se suele clavar con dos clavos en las tablas de arriba y de abajo, y el resto con un solo clavo. Ello es más que suficiente para asegurar un buen tablero.

No conviene que Los clavos queden en los extremos de los barrotes o de las tablas, sino que queden desde el lugar de clavado a dicho extremo por lo menos unos dos centímetros y medio, con el fin de que si una de las tablas sufriera algún golpe o esfuerzo, no rasgase la madera.

Si al clavar un clavo se nos tuerce la cabeza, lo inmediato es sacarlo. Jamás debemos remacharlo y colocar otro nuevo junto a él. Esto seria de pésimos carpinteros. Pero el mal no quedaría ahí, sino que perjudicaríamos la tabla, ya que el clavar un clavo abrimos una herida o rasgadura en sus fibras, luego al poner otro junto a él, esta grieta aumentaría, debilitando, por tanto, toda clase de resistencia. De ahí que tablas delgadas o de mala madera tiendan a resquebrajarse por los clavos.

Las tablas a emplear en las piezas de encofrado han de ser de buena calidad, sin alabeos ni otros defectos que, al poco de usar los tableros, con la humedad del hormigón y los trabajos a que se ven sometidas en el encofrado y desencofrado, habrá que sustituirlas con grave perjuicio económico, ya que se derrocha material y mano de obra, con la natural pérdida de tiempo en la buena marcha del hormigonado, que no debe de perder el ritmo marcado.

En la figura 18, vemos un tablero conforme a las normas indicadas. Se ha dimensionado, para dar una idea sobre distancias más convenientes a que deben ir los distintos elementos que lo integran (tablas, barrotes, clavos).

Este dimensionado que damos en ¡a figura 18 no debe tomarse como regla general, ya que en cada caso particular variará ¡a disposición del embarrotado. La altura o ancho en el sentido transversal de las tablas y la presión que ejerza sobre el encofrado la masa de hormiç6n, determinarán la distancia (y por lo tanto el número) de los barrotes a emplear. Para barrotes se suele emplear escuadras iguales o poco mayores que
las empleadas para las tablas, es decir, de 25 mm X 100 o más.

 Figura 17

Figura 18

Para dar mayor claridad a nuestras explicaciones, denominaremos por barrotes extremos a los que están al comienzo y final de la pieza, aquellos que se colocan a 2,5 cm de los bordes de las tablas. A los demás, los llamaremos indistintamente centrales, interiores o intermedios.

No siempre son suficientes los barrotes para absorber los esfuerzos de flexi6n producidos por el empuje de la masa de hormigón no siendo conveniente ni económico prodigar en exceso el número de éstos. Entonces, se recurre a las carreras, que son unas tablas que se disponen horizontalmente en la parte alta del encofrado, de manera que impiden la deformación de éste, tal como se indica en la figura 19. Con este notable refuerzo, en el que además se suelen apoyar los puntales y torna puntas, se elimina el peligro de flexión.

Las carreras no van clavadas ni a las tablas ni a los barrotes, como en un principio podría creerse, sino que se sujetan con alambre de atirantar. Para dar mayor presión, entre la correa y el cable, se van introduciendo unas cuñas hasta que se consigue una eficaz tirantez. Véase la figura 20, en la que se indica esquemáticamente cuanto decimos. 

Figura 19

Figura 20

viernes, 3 de junio de 2011

Encofrados: Dimensionado.


Si el terreno es lo suficientemente consistente como para que la excavación puede mantenerse con paredes verticales, pero la cimentación queda algo por encima del pleno del terreno, habrá que emplear unos tableros pare completer Ia falta de altura, tal corno se puede ver en la figura 16. Para este tipo de encofrado <<a medias>> se dispondrán los tableros con sus barrotes de hinca, pare fijarlos al terreno. Una carrerara a todo lo largo del tablero, por su parte superior, en el cual se apoyarán los puntales y tornapuntas. De trecho en trecho se colocarán unos codales de madera que mantengan debidarnente separados los tableros para contrarrestar el empuje de los tornapuntas o puntale;. Por fo general, al encofrar, Ia separación entre tableros suele ser un poco menor que Ia marcade en proyecto, ya que por a presión del hormigón, aquéllos tenderdn a abrirse. Por lo tanto, en conveniente darfe a a un centimetro a centimetro y medio menos que a la dimensión b.

Hay que tener precaución en Ia adecuada disposición de los tornapuntas y puntales, ya que si éstos están mal colocados, fiojos o a intervalos excesivamente amplios. La presión del hormigonado (no sólo el que produzca el hormigón por si, sino el resto de operaciones anejas, tales como el vibrado de la masa, atacado, etc.) puede producir flexiones Parerales que, si en la mayoria de los casos no son peligrosas pare la obra, son antiestéticas y pueden inducir a errores en el resto de la obra de fabrica.

Si el hormigón es fluido, habré que cuidar el ensamble de as tablas que componen el tablero total, ya que si no se ha cuidado debidamente, por las grietas u holguras del entablado se colocara el mortero, reduciendo la dosflcaci6n del hormigón, produciendo chorreones en las tablas, y, lo que es peor aun, al salir la parte mas fina del aglomerado, cemento y arena, quedarán algunas coqueras en dichos lugares.

A veces, por la especial disposición de los tornapuntas, los tableros tienden a caer hacia adentro, es decir, a reducir la luz, por lo que suelen colocarse alambres que atirantan y Ile,an el encofrado a su sub. Estos tirantes reciben el nombre de latiquillos.
 Figura 16.

Naturalmente, cuanto más alto sea el encofrado, tanto mas resistente ha de ser, ya que mas presión ejercer el hormigón sobre los tableros existiendo, por tanto, más peligro de que éstos flexionen y tomen forme. En muros de cierta altura, se emplea el sistema de hormigonado por tongonadas o por capas, con lo que decrece grandemente el peligro de la flexión, a) quedar alturas de hormigonado bastante menores.

miércoles, 1 de junio de 2011

Preparación de los Tableros: Encofrados.

Cuando se trata de una obra de  poca envergadura, en la cual sólo se  vayan a utilizar los tableros una sola
vez, por lo general no convendrá que  la clavazón sea excesiva. Con ello se  abreviará el trabajo del encofrador, tanto en el montaje del tablero como a la hora de desencofrar.

Si los elementos de obra exigen que el encofrado sea duradero, lo que equivale a decir que se haya de utilizar en varias ocasiones (tal es el caso de una edificación que tenga una serie de vigas de cimentación exactamente iguales), es necesario que se cuiden extremadamente los tableros, para sacarles el máximo rendimiento, ya que la economía en la obra es de notar.

Se dispondrán embarrotados para dar mayor resistencia a las piezas, con clavazón adecuada. Se pueden utilizar clavos de 26/58, poco mas o menos, para que adquiera solidez el tablero y pueda resistir las diversas operaciones de encofrado y desencofrado con las garantías de bondad exigidas a todo encofrado, si bien, naturalmente, los cimientos son menos delicados que cualquier otra pieza de la estructura.

Por lo general, los encofrados suelen prepararse en el taller, de manera que en la obra sólo se procederá a su montaje, después de ser sometidos a ligeros retoques para encajar los distintos elementos en su sitio. Cuando se trata de encofrados ligeros, éstos pueden ser preparados en la misma obra, de importancia, lo más conveniente es montar un taller de encofrado en ella misma, de manera que quedará anulado el capítulo de transportes y se facilitarán las diversas operaciones de rectificado, reconstrucción de tableros que después de un desencofrado han quedado un tanto defectuosos, pero todavía con las garantías de poderse emplear en nuevos desencofrados.

domingo, 29 de mayo de 2011

Encofrado de Cimientos - El Terreno.

Las cimentaciones son los elementos de las construcciones más íntimamente ligados al terreno sobre el cual se asientan.

Generalmente, los cimientos quedan invisibles, enterrados en el suelo y por debajo de la fábrica vista. Por ello, los encofrados suelen ser más toscos, menos cuidadosos, además de ser menos completos, ya que se utiliza parte del terreno como encofrado, si éste se ha excavado con las dimensiones adecuadas para las piezas de hormigón que se han proyectado.

En cimentaciones se suelen proyectar dados para arranque de pilares, vigas de cimentación corridas entre pilares, vigas entre cabezas de pilotes, losas de hormigón, etc.

Cuando la cimentación va enteramente enterrada y el terreno no es duro, de manera que se ha excavado con taludes verticales y con las dimensiones proyectadas para la cimentación, no se emplea encofrado, ya que los taludes del terreno sirven de moldes. Si se emplease encofrado, se perdería la madera al no poder sacarla, y además no tendría ningún objeto, ya que el terreno cumpliría las funciones de aquél.

A veces no es posible darle al terreno taludes verticales, pero sí sin apenas talud, de manera que el exceso de hormigón que representaría el rellenar todo el pozo o zafia con hormigón compensaría el costo del encofrado, en cuyo caso también suele suprimirse éste, quedando los cimientos con un pequeño exceso.

En terrenos flojos, en los que no hay la posibilidad antes apuntada, pero que son lo suficientemente consistentes como para soportar debidamente la masa del hormigón que gravita sobre ellos, se necesitará encofrar solamente las partes laterales de la pieza a hormigonar, sirviendo el fondo del terreno como un tablero más. En este caso, la anchura de la excavación será un poco mayor de la proyectada con el fin de poder introducir y colocar los tableros laterales con cierta facilidad, así como, una vez terminado el período de fraguado necesario, poder retirar la madera con el menor desperdicio posible.

En los casos extremos en que el terreno no pueda soportar la carga del hormigón y los cimientos se construyan como vigas entre apoyos más profundos, se hará necesario el encofrado del fondo mediante un tablero. Será un caso similar al de una viga. Se tendrá en cuenta que el tablero del fondo debe clavarse «entre. los dos laterales, ya que para el desencofrado se quitarán primero los laterales y el fondo todavía deberá dejarse más tiempo. Si se clavase «debajo» de los costeros o laterales, la operación de desencofrado será más trabajosa, ya que en el desclavado habría que hacer esfuerzos sobre e? fondo. En cambio si se clava entre los costeros, los clavos se sacan lateralmente, apoyando la barra de pata de cabra sobre dichos laterales. En la figura 14 indicamos las dos maneras citadas de encofrados, para que el lector pueda apreciar las dificultades de desencofrado que hemos dicho.

Para fijar los laterales se suelen utilizar codales, que se apoyan por un extremo en el tablero y por el otro en el terreno, afianzando de esta manera el molde contra el empuje del hormigón, tornapuntas o puntales apoyados en piquetes, estacones, etc.

En el caso en que el terreno no soporte la carga de hormigón y haya que poner tablero de fondo, se hará preciso un buen realce y apoyo, de manera que dicho tablero no ceda al echar el hormigón. Pero habrá que tener sumo cuidado en la colocación de dichos apoyos, por lo que se deberá ampliar la base de apoyo, es decir, que se dispondrá una tabla tal como indica la figura 15. Ya con ello, la superficie de apoyo en el terreno es grande y, por tanto, la carga por unidad de superficie es pequeña, soportando con seguridad el peso que se le transmita de la obra.

Como media elemental, se limpiara siempre el terreno donde deba apoyarse  un codal de toda tierra vegetal suelta, por lo menos en un espesor en el que estemos seguros de que el terreno no va a ser mas consistente y firme.

 Figura 14 dos maneras citadas de encofrados

 Figura 15

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