Aunque a simple vista sea una paradoja, muchas veces nos hemos visto obligados a encofrar parte o toda de una
cimentación.
No siempre los terrenos son sensiblemente horizontales, sino que, por el contrario, presentan pequeñas ondulaciones, donde no merece la pena realizar una cimentación escalonada, y es entonces cuando, para continuar el nivel de la
cimentación, se impone el encofrado.
Figura 97
En las figuras 97 y 98 se muestra un ejemplo de lo dicho, para cuya orientación suele bastar con unos cuantos tableros y, si acaso, algún tornapunta, ya que el propio terreno hará las veces del mismo.
Como norma general para la preparación de los tableros, diremos que los barrotes extremos de los mismos no se disponen a ras de los extremos de las tablas, sino remitidos en un espesor de tabla. Todas las cruces de barrotes extremos y tablas se asegurarán con dos clavos, los de barrotes intermedios, con un solo clavo. Los clavos se colocarán de modo que la distancia al borde de la tabla en dirección a la fibra sea por lo menos de 10 diámetros del clavo y transversalmente a la fibra de 5 diámetros.
Con esto no sólo trata de evitarse que se raje la madera, sino que también se procura buen asiento a las cabezas de los clavos y, por lo tanto, eficacia estática. Si un clavo se encuentra muy cerca de la testa de la tabla, un esfuerzo de tracción en sentido de la fibra no encontraría resistencia delante del clavo y se abriría la madera. Por eso dejando por lo menos 10 diámetros al final de la tabla, se tendrá madera suficiente para oponer resistencia al esfuerzo de
Figura 98
cortadura ejercido por el clavo. El consejo de situar el clavo a 5 diámetros al borde de la tabla en sentido vertical a la fibra, lo justificamos porque un clavo es como una cuña que tiende a separar las fibras de la madera y para que quede fuera es necesario que encuentre en la tabla la resistencia suficiente. Tampoco los clavos deben clavarse muy próximos entre sí, pues cada uno de ellos acentuará en este caso el efecto de cuña de su compañero corriendo el riesgo de hendir la madera o de que los clavos no queden firmes y asegurados.
Dado el caso anterior de cimentación, con las indicaciones que acabamos de dar sobre la confección de tableros, realizaremos las mismas, para uso repetido, con arreglo a la figura 90.
Figura 99
También puede suceder que para alcanzar la cota que nos indique el plano de cimentación, ésta ((salgan fuera de la rasante del terreno y entonces el encofrado se hace un poco más complicado en cuanto a su arriostramiento se refiere y que estudiaremos seguidamente.
Como las tablas de los tableros resultan fatigadas por flexión y los barrotes son los destinados a recibir el empuje, es decir a impedir la flexión de las tablas, es preciso elegir la distancia del embarrotado de acuerdo con los esfuerzos que se presenten y cuya distancia límite debe ser la de 60 cm.
Figura 100
También en principio, obtendremos un ahorro notable en la clavazón si disponemos el embarrotado de los tableros de forma que éstos se hinquen en el terreno (fig. 100). Se aseguran sólo con un clavo a la tabla superior del tablero y, circunstancialmente, a alguna tabla que no siente bien para evitar escapes de hormigón e imperfecciones en los paramentos.
Hay muchas maneras de arriostrar los encofrados, pero la que a nuestro juicio es la más conveniente, tanto en el orden técnico como en el económico, es la representada en la figura 101.
Las correas las haremos con cuadradillo de 10x10 cm; éstas tienen por objeto absorber más aún el empuje a flexión, ya que suponemos una cimentación de alguna importancia.
Cada 80 centímetros longitudinales, dispondremos de latiguillos con hierro de 0 5 mm (estos Iatiguillos, una vez desencofrados, se cortarán a ras del hormigón, aunque hay también quien acostumbra a doblar el hierro sobrante con el que el elemento adquiere algo más de consistencia) que terminaremos de tensar mediante cuñas.
A excepción de las carreras y estacas, se puede utilizar tabla de 10'5 x 25 centímetros.
Los codales, que en realidad no son más que escotillones con el ancho exacto de lo que ha de ser la cimentación y que hay que ir quitando a medida que avanza el relleno de cimientos, los fijaremos provisionalmente con
Figura 101
clavos sin embutirlos totalmente en la madera para su fácil extracción.
Dando a las tablas un filo de sierra en su mitad obtendremos los codales.
La longitud de los tornapuntas depende de la altura de los cimientos y de la distancia de las estacas a los tableros. El tornapuntas debe quedar con inclinación de 45 a 60 grados y su pie clavado en un costado de la estaca.
Para completar la rigidez o el arriostramiento del tornapuntas es preciso triangular la unión con una solera o riostra. Esta es una pieza horizontal o muy inclinada que va del pie del tornapuntas a la base del barrote y va clavada a la estaca. Nunca se clavará el tornapuntas y la solera al mismo lado de la estaca, sino uno por la derecha y otro por la izquierda, con objeto de que la estaca trabe mejor. Disponiendo los tornapuntas de estemodo y colocando bien las carreras y latiguillos, se obtendrán encofrados con estabilidad perfecta.