jueves, 7 de abril de 2011

Agentes Químicos que Atacan los Cimientos.


Los componentes básicos del cemento artificial portland, son la cal, la sílice y la arcilla. Candat ha completado esta cifra con el óxido de hierro, magnesio y anhídrico sulfúrico. El cemento Portland se vuelve más impermeable si fragua bajo agua. De aquí que se recomienda llenar los depósitos de agua construidos en hormigón a los pocos días de terminada la construcción de los mismos. Esta impermeabilidad no es debida a la ausencia de poros, como puede suponerse, sino al agua que al filtrarse por los poros finísimos del hormigón, va depositando poco a poco pequeñas cantidades de sales cálcicas insolubles, que terminan por llenarlas casi por completo. Este fenómeno, naturalmente más acentuado con aguas muy calizas, tiene efecto, aun con las aguas tan puras de Madrid, normalmente en un período de quince a veinte días.
Por lo tanto y dada la característica principal del cemento, eligiremos a éste como aglutinante único en toda clase de cimentaciones expuestas a humedades, .ya que por sí mismo opondrá resistencia a las fuerzas capilares.

Pero como en toda composición química, el cemento en contacto con otras sustancias puede producir reacciones tan violentas que, alterando totalmente sus propiedades lleguen incluso a anularle por completo. El suelo está lleno de sustancias que antes de edificar convendría analizar y ensayar. Afortunadamente, son poco frecuentes los casos que se dan de que un agente químico haya atacado a una cimentación; pero como son perfectamente reconocibles, convendrá tenerlas presentes cuando iniciemos la primera fase de una construcción.

A estos elementos, digamos precisos, los señaló Mazzocchi como <<Los enemigos de portland>> y aunque dejaremos a un lado los detalles técnicos, más propios de un tratado especializado pasaremos a enumerarlos, ordenándolos como disolventes, disgregantes, destructores, nocivos o simplemente como diminuidores de la resistencia mecánica de hormigones y morteros.

Las aguas dulces.
El agua químicamente pura.
Las aguas potables ordinarias que contengan bicarbonatos.
Las aguas selenitosas.
Las aguas marinas.
Las lejías de sosa.
Las aguas amoniacales.
Las aguas pantanosas.
Las salmueras.
Las soluciones azucaradas.
Los ácidos en general.
Las sales ácidas.
El humus.
Las materias grasas.
Los aceites minerales.
Los aceites vegetales.
Los aceites animales.
El cloruro de calcio.
Las sales de magnesia.
El hidrógeno sulfurado.
El gas del alumbrado.
Las aguas sulfuradas gaseosas.
Las aguas ricas en ácido carbónico.
Y en general los líquidos a alta temperatura.
Es muy posible que, ante tales agentes nocivos para el cemento, el entusiasmo de muchos decaiga un poco o les haga tomar exageradas precauciones que sólo encarecerían el costo ya elevado de una cimentación. Si bien es cierto que no nos cansaremos de repetir que en España se descuida bastante el acto de reconocer el terreno antes de echar en las zanjas la primera tongada de hormigón, también es cierto que esto no sucede con frecuencia, pues en más de veinte años de práctica constructiva sólo conocemos un caso en el que por la acción de las aguas selenitosas toda la cimentación se descompuso, de tal forma que fue necesaria su inmediata sustitución. Caso que creemos merece la pena mencionarlo. Fue como sigue:
Ya habíamos <<cubierto aguas>> y realizado el enfoscado de las fachadas de un importante edificio cuando a los cinco o seis días de haber sufrido una lluvia torrenoial comenzaron a surgir grietas por todas las paredes y manchas de humedad que ascendían por capilaridad, lo que dada la sólida y cuidada estructura de la edificación, aquello era francamente imposible que así sucediera.

Anteriormente a esto, observamos que a unos 30 centímetros de la rasante del terreno, se había dado con una roca de aspecto grisáceo, de la cual teníamos la sospecha de que fuera un yacimiento de yeso (sulfato de cal). Consultado con el director de la obra sobre la piedra en cuestión, éste aseguró que, no obstante hallarse presente el sulfato de cal, ello no constituía peligro alguno, debido a su mínimo tanto por ciento y que se podría continuar la obra tranquilamente, cosa que así se hizo hasta que surgieron las grietas aludidai
Realizadas unas cuantas calas, el hormigón de la cimentación no podía presentar aspecto más desastroso. El hormigón se desmoronaba al tacto y su aspecto era el de la miga de pan mal tocido, después de haberle sobado con exceso. Cemento y arena habían desaparecido y en su lugar había una masa de igual valor a la piedra donde se apoyaba la cimentación, cuya desagradable olor recordaba e! yeso negro.

¿Orígenes?, muy sencillo. El agua de lluvia, al entrar en contacto con el terreno, francamente yesoso, dio lugar a la formación de aguas selenitosas, las cuales tienen una acción disgragante notable sobre los cementos portland; penetrando en la masa de cemento, determinan la formación del sulfato cálcico, que se une a la alúmina para dar lugar, con aumento de volumen, a un compuesto cristalino.
¿Reniedios? Cimentar con cemento portland. tipo V de U.S.A. metalúrgico de alto horno, aluminoso y puzolánico, o sobresulfatado. Pero como estos cementos o son muy costosos o de difícil adquisición, se ideó una protección acompañada de drenaje <<idren>> en el argot constructivo) que, encauzando las aguas pluviales, las alejara de la cimentación. Todo lo cual (fig. 177) consistió en:


1.° Una solera de carbonilla y ladrillo en seco.
2.° Excavada la correspondiente zafia a un lado y otro de la cimentación, se chaparon con ladrillo macizo los costados tanto de la cimentación como del terreno.
3.° Esta especie de caja se enfoscó con tierra refractaria y cemento de dosificación 1: 3.
4.° Una vez seco el enfoscado, se le dio una mano de pintura asfáltica a la que siguió otra de otro producto, también asfáltico, pero mucho más denso y el que, para poder hacerlo manejable, se diluyó un poco en gas-oil.
5.° Se rellenó con grava gruesa (morrillo) la caja anteriormente citada, cuidando de que las piedras tuvieran todas el mismo tamaño, al objeto de obtener la mayor proporción de huecos posible para que las aguas se deslizaran con el menor impedimento.
6.° En su parte superior se construyó una acera para evitar infiltraciones; y
7° A todo esto se le dio una estudiada pendiente de un 2 por 100 colocándose arquetas de salida en los sitios estratégicos, con lo que se dio por terminada la operación a satisfacción de todos.  

Figura 177

Y esto, amables lectores, que fue sólo una experiencia, nos sirvió de tan buena lección que, en lo que a nosotros respecta, jamás volvimos a tropezar con ningún otro caso, aunque si bien pusimos todos los medios a nuestro alcance para saber con qué clase de terrenos teníamos que vérnoslas cuando nos encargaban la dirección de una obra cualquiera.

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